Norman Naum Briski el santafesino, dramaturgo, actor, director, padre, filósofo, activista, sobre todo es y fue hacedor de conciencia social con el arte como arma irreemplazable. 

Capricorniano del 2 de enero del 1938, comenzó su carrera en Córdoba, e identifica a su primer amor en la obra Esperando a Godot de Samuel Beckett. Briski nunca siguió las tradicionales escuelas de actuación que copiaban modelos americanos y se destaca particularmente como profesor de teatro, a pesar de haber participado en decenas de películas y series, y por supuesto obras de teatro como actor director y también escritor.

En La Fiaca (1969) el protagonista se cuestiona su posición y objetivo en la vida a raíz de la fiaca.

En los años 60s desarrolló una nueva forma de actuación que se caracterizó por la introducción de técnicas actorales intensas con una fuerte impronta corporal que se relacionaba con la monstruosidad de la persona y la explotación de los lados ocultos de las personalidades.

“Este libro es mi testimonio vital para que sepan de primera mano una experiencia colectiva”, señaló el actor y dramaturgo durante la presentación de su autobiografía “Mi política vida. Una entrevista a fondo con el periodista Carlos Aznárez” 2013

En sus propias palabras: "Personalmente tengo alguna fábula de lo que creo que puede ser, por haber visto casi todo el cine argentino hasta hace poco porque luego dejé de interesarme en el cine como espectador, lo cual también es una curiosidad, cómo un actor de cine no quiere ver cine. Pero bueno, también la profesión tiene ese cobro, ¿no?  (...) Yo diría que el cine argentino, ahí empieza la fábula –sobre la que otros saben mucho más- es novedoso porque otras cinematografías no lograron conquistarlo. Sin duda hay ingredientes de otros cines, pero eso no anuló la originalidad del cine nacional. (...) Si hay una figura que simboliza este cine argentino, para mí es Hugo del Carril, ¿no?" 

Revolucionario del día a día, Briski no se presta ni vende y todo lo que hace es para aportar. Es además un ferviente teatrista que descree del cine porque depende arbitrariamente del aparato industrial. Para Briski el teatro y la política siempre estuvieron juntos y lo llevó a la acción con varios grupos teatrales en barrios humildes.

Siempre activo políticamente, Briski formó “Miguelitos”, un teatro callejero en la villa 21.

Entre los galardones que recibió en los últimos años se encuentran el Martín Fierro en el 2001 por su participación en Tiempo Final, de los hermanos Borenstein; el premio Clarín por la obra de teatro Rebatibles de su autoría y el premio Ace en 2016 por dirigir Vidé/ la muerte móvil, y el premio a la trayectoria en 2017.

Claro está que en el recorrido de este monstruo de la cultura argentina hay mucho más por decir... pero para aquellos que les interese la actuación, este es uno de los mejores maestros que hay en el país.