Con diversos antecedentes que se remontan a principios del siglo pasado y una especie de “era moderna” que arrancó hace más de cincuenta años, el animé, un estilo de animación de origen japonés, mantiene plena vigencia en la actualidad.

Su relación estrecha con el manga (tal como son denominadas las historietas en Japón) le ha permitido desarrollar toda clase de historias, con un amplio abanico de estéticas y tópicos. Al mismo tiempo, las diversas obras exhiben grados de libertad y atrevimiento infrecuentes, no exentos de polémicas en algunos casos particulares.

No nos vamos a adentrar en toda su historia o vertientes, algo que merecería un abordaje académico dadas las multiplicidades de análisis posibles. En cambio, aprovechando la llegada de "Dragon Ball Super: Super Hero" a los cines (ya un gran éxito en la Argentina), les recomendamos diez series animé que son fundamentales para pensar y disfrutar lo que ya es un género aparte.

Astroboy

Una serie de ciencia ficción en muchos aspectos fundante, ya que sentó las bases de mucho de lo que vendría después, a partir de la historia de un androide diseñado por el jefe del Ministerio de Ciencia. Dirigida por Osamu Tezuka, creador también del manga original, ha cosechado un enorme éxito desde su lanzamiento en 1963 y ha tenido varias versiones a lo largo del tiempo. Supo trascender las cuestiones más básicas del heroísmo, tocando temas como las relaciones paterno-filiales y la construcción identitaria. Pero, quizás, el mayor énfasis estuvo puesto en la interacción hombre-máquina, con concepciones muy cercanas a las tres leyes de la robótica propuestas por Isaac Asimov, el autor de "Yo, robot" y "El hombre bicentenario".

Lupin III

En 1971 llegó a la pantalla esta historia sobre una banda de ladrones liderada por Arsène Lupin III, el nieto de Arsenio Lupin, un caballero ladrón francés que protagonizaba las novelas de Maurice Leblanc. Con diferentes etapas a lo largo del tiempo, es una demostración cabal de cómo repensar y apropiarse de un material artístico que podría parecer muy lejano para delinear algo totalmente nuevo. Eso le permitió, a su vez, convertirse en una fuerte referencia para creaciones posteriores, como Cowboy Bebop.

Mazinger Z

Estrenada en 1973, cimentó las bases del subgénero mecha (focalizado en vehículos controlados por uno o más pilotos), que tomaría impulso tras el suceso de esta franquicia. Su relato se centra en un grupo de científicos que cuentan con un robot gigante en su confrontación contra las fuerzas de un villano llamado Dr. Hell. Este planteo, que podría parecer bastante simplista a primera vista, encierra en su desarrollo una narrativa mucho más compleja, con un mundo extremadamente rico y potente. Eso la convierte en una serie fundamental para indagar en las posibilidades que brinda el animé.

Dragon Ball

La inclusión de esta serie es obvia, y no solo por el lanzamiento de la película. Estrenada en 1986 y basada en el manga de Akira Toriyama, narra las aventuras de Goku, un guerrero que se enfrenta con toda clase de enemigos, en batallas de extrema violencia. En sus sucesivos volúmenes (Z, GT, Super), supo acumular una gran cantidad de subtramas y personajes repletos de matices, que han generado una legión de fanáticos prácticamente indestructible. El universo que integra a las famosas “esferas del dragón” es tan extenso como cautivante, y ha logrado reinventarse con el paso de los años.

Los Caballeros del Zodíaco

Es posible que muchas personas de más de treinta años (como quien escribe) asocien parte de sus infancias con esta serie que nos presenta a unos guerreros que utilizan sus energías interiores y técnicas especiales para luchar del lado de la reencarnación de la diosa griega Atenea. Y que, además, cuentan con unas armaduras inspiradas en cada una de las 88 constelaciones de estrellas. Su galería de personajes es tan extensa como vigorosa, lo cual compensa giros dramáticos que a veces pueden parecer un poco repetitivos. Y, como si fuera poco, el universo de esta producción estrenada en 1986 aprovecha diversas fuentes mitológicas para construir un espectáculo audiovisual impactante.

Sailor Moon

Gran responsable de la revitalización de los subgéneros de "chicas mágicas" (cuyo tema central es el de las niñas o adolescentes con poderes mágicos) y el sentai, focalizado en escuadrones o patrullas. Posiblemente el segundo componente fue el que permitió que esta serie estrenada en 1992 lograra una gran popularidad en el público masculino, que no pudo evitar sentirse cautivado por el romanticismo innato de toda la historia. La combinación de tragedia, telenovela y violencia desatada, además un humor chispeante, ponen a todo el relato al borde del ridículo en varios tramos, pero la convicción de la narración lleva a que toda la estructura narrativa sea atrapante. Para muchos, un placer culposo. Para otros, una obra imprescindible.

Detective Conan

Otra producción donde los temas identitarios se complementan con la aventura de forma fluida y efectiva. Aquí tenemos a Shinichi Kudo, un adulto atrapado en el cuerpo de un niño que, para no ser descubierto, mezcla los nombres de Ranpo Edogawa y Sir Arthur Conan Doyle, para adoptar la personalidad de Conan Edogawa. Ese alter ego le servirá de impulso para adentrarse en toda clase de casos policiales. Alrededor de esos misterios, se irá configurando un mundo vertiginoso y apasionante, que generó, desde su lanzamiento en 1996, una adhesión masiva en la demografía shōnen, perteneciente al público masculino joven.

Neon Genesis Evangelion

Si hablamos de ambición, influencias y multiplicidad de lecturas posibles, esta serie es el clímax absoluto de esos conceptos. La historia tiene lugar en un futuro casi distópico donde una organización paramilitar llamada NERV se encarga de proteger a la humanidad de los ataques de los "Ángeles", seres de origen y naturaleza desconocidos, a los que enfrentan utilizando humanoides denominados Evangelion. A medida que progresa la trama, todo se vuelve más complejo y confuso, pero increíblemente atrapante. En esta producción hay elementos filosóficos, psicológicos y religiosos, además de toda clase de simbolismos, que la convierten en uno de los más virtuosos ejemplos del realismo épico. Producción emblema del animé, es realmente imperdible.

Mushishi

Basada en el manga escrito e ilustrado por Yuki Urushibara, este ánime estrenado en el 2005 quizás no sea tan popular, pero es un caso testigo de cómo crear un universo propio y distintivo, a partir del retorcimiento de conceptos y concepciones. El relato sigue a Ginko, un hombre que se dedica a proteger a otras personas de unas criaturas sobrenaturales llamadas Mushi. Pero, además, está situado en un Japón imaginario, ubicado entre los períodos Edo y Meiji, en el Siglo XVII, aunque presentando elementos tecnológicos del Siglo XIX. Esa conjunción de factores temporales y genéricos convierten a la serie, de carácter antológico, en una rareza muy atractiva.

Death note

Adaptación bastante libre del manga de Tsugumi Ōba, hace foco en Light, un estudiante secundario que se topa con un cuaderno con poderes sobrenaturales con el cual es capaz de matar personas si se escriben allí sus nombres y el portador visualiza mentalmente el rostro de quien quiere asesinar. Light entonces intentará eliminar a todos los criminales y crear un mundo sin maldad, pero un detective privado tratará de frustrar sus planes. Si la superficie genérica está relacionada con el thriller policial, la narración esconde capas de sentido relacionadas con las elecciones morales, el sentido de lo justo y con las consecuencias de las acciones. Estrenada en el 2006, es una serie tan oscura como apasionante.