Leo Damonte es, fundamentalmente un escultor. Como se verá después, no le gusta demasiado que lo encasillen. Su obra tiene una particularidad distintiva: es una obra de una enorme contemporaneidad que no desentonaría en ningún espacio del mundo. Es una obra cosmopolita e internacional que vale la pena conocer y reconocer. Conversamos con él desde Zibilia para saber un poco más sobre su proceso creativo, su obra y sus ideas.

Contanos un poco cuál fue tu evolución artística hasta llegar a este presente.

Empecé a relacionarme, desde mi trayectoria más ligada al taller tradicional y siempre desde la escultura, con el arte contemporáneo y sobre todo con los objetos. Estaba cursando con Rodrigo Alonso y casi de manera autodidacta me fui acercando a los objetos como facilitadores de la dimensión contemporánea de mi obra. Ese nuevo lenguaje se fue consolidando y terminó de plasmarse en 2005, en una experiencia que se llamó Curriculum cero, en Ruth Benzacar, una experiencia de la que salieron muchos artistas jóvenes que hoy son muy reconocidos. Después de eso mostré en Barcelona, en mi primera exposición individual. Y desde ahí no paré. No soy un artista de mucha producción, pero si soy muy constante.

¿Cómo fue la irrupción del objeto en tu obra?

No se si lo recuerdo muy bien, pero creo que fue un pincel, que usé para una de mis obras. Lo importante es que el objeto en sí me disparó hacia el conceptualismo, hacia las ideas. Algo así como la idea del ready made desplegándose para marcar el camino que vendría de allí en adelante.

Y la luz, ¿cuándo apareció?

Ya en la primera obra estaba la luz presente. No fue una cosa consciente, sino que en principio fue pensada como una capa más que aportaba al proyecto. Poco a poco se fue afianzando y la fui usando de manera más intencional, de un modo mucho más interesado en términos estéticos. Tanto es así que en los últimos trabajos se pierde un poco el objeto a favor de la luz como lenguaje más fuerte y presente. Se pierde la estructura del objeto y solo queda la luz.

¿Encontras en tu obra alguna referencia?

No son mías las referencias, son más del público que relaciona cosas. Una primera que siempre aparece es, supongo que por el manejo del color, Jessica Stockholder. Luego Dan Flavin, que en tanto referente del arte lumínico, es una relación un poco obligatoria, aún cuando vamos por caminos muy diferentes.

Descubrí tu obra en una muestra en la Fundación Cazadores. Era mucho más una instalación que un objeto o una escultura, ¿cuál es la relación que se establece allí entre esas dos formas?

La obra en Cazadores tenía 12 metros de largo, pero en realidad fueron pensadas como esculturas diferentes. Son 3 dispositivos que finalmente se proponen con un efecto narrativo y cuentan una especie de historia que está contenida en el espacio. Estos dispositivos, desde mi punto de vista, se relacionan con cosas que se pueden usar. Cosas que sirven para contener algo o para mover algo. No son dispositivos intelectuales, sino que son cosas que están allí y que se me presentan mientras trabajo y en los distintos lugares donde hago ese trabajo. Tomo eso y juego a quitarle la funcionalidad original y para quedarme con la parte estética.

Algo de eso acompaña toda mi obra. Si lo mirás con atención, todos esos objetos que sirven supuestamente para algo, terminan por no ser utilizados. Intento incluso esconder el objeto a la vista del espectador para que lo descubra después. Que el primer impacto sea visual y que luego se aparezca el objeto y su funcionalidad. En mi última muestra en Miranda Bosch, "La obsesión de la forma", eso se nota mucho o al menos eso intento. Al mismo tiempo, trato de buscar algo pictórico, relacionado con el color, más allá de lo técnico y lo objetual.

Es interesante esto que decís de lo pictórico. Está claro que es así, pero el gesto no es el clásico del pintor, hay otros elementos involucrados en eso, incluso hay una dificultad para elegir el color.

Claro, no pinto!, en realidad encuentro el objeto y su color. Eso me limita un poco, al principio tabajaba siempre con amarillos, pero eso me terminó saturando y aburriendo. Me salí de esos universos y entré en otros encontrando nuevos colores y gamas. Me metí en el mundo de las mascotas y los objetos que usan por ejemplo. Luego, en otra serie dedicada a mí madre, encontré otra gama y objetos que no pertenecían a mí mundo.

Es muy sugerente el juego que se establece en tu obra entre la mundanidad y lo artístico de un objeto

Los objetos me tienen que atraer. Si no es así, no funciona. Hay un cruce de seducciones que empieza en el objeto, se continúa con lo que dialoga con él y termina en el resultado final. Hay investigación siempre, pero lo principal es esa seducción.

¿Te considerás un artista conceptual?

Estas preguntas son siempre muy complicadas. En términos históricos y clásicos, está claro que no, pero en otros sentidos, claro que sí, aunque no creo que sea bueno estar segmentando tanto. ¿Sos un artista lumínico? No se, que se yo. Lo mismo pasa con los salones y los premios y las categorías. ¿Qué es eso que hago?¿Dónde lo pongo? Por suerte se está avanzando y los premios ahora no son solo para artistas visuales, algo que limita menos. Hay que buscar categorías más generales. Artistas espaciales no estaría mal.