The Walt Disney Company cumple su 100° aniversario y para celebrarlo el estudio le propone a espectadores de todas las edades revivir la magia de sus películas con el Ciclo de Cine "Disney 100". Hasta el 2 de noviembre se podrá ver una selección de clásicos animados, de este siglo y el anterior, que serán exhibidos en español de manera exclusiva, con un calendario de lanzamientos que tiene pautado el reestreno de dos films cada jueves. Aprovechamos la iniciativa para hacer un repaso por estos ocho largometrajes que nuevamente llegan a los cines argentinos y nos permite disfrutar de la experiencia de reencontrarnos en la gran pantalla.

Blancanieves y los siete enanitos (1937)

Fue la primera película producida por Walt Disney y también una de las más emblemáticas del estudio que creó y comandó durante largo tiempo. Una adaptación del cuento de hadas homónimo publicado por los Hermanos Grimm en 1812, es una historia de amor épica y mágica a la vez, con un notable diseño visual. Es también un ejemplo de cómo presentar un relato con personajes icónicos, que encarnan a la perfección las nociones del Bien y el Mal y que combinan atmósferas oscuras con otras de plena luz. Es por eso que, a más de 80 años de su estreno, todavía conserva su estatus de clásico inoxidable.

Los Increíbles (2004)

Unos cuantos años antes de la creación del Universo Cinemático de Marvel, cuando todavía el género de superhéroes no era tan confiable en la taquilla, Pixar, una de las subsidiarias de Disney, se animó a repensar sus esquemas estereotípicos. Lo hizo por dos vías: desde la estructura de comedia familiar y problematizando la noción de heroísmo, que va de la mano de la obtención de poderes extraordinarios. El film, dirigido por Brad Bird -que ya había mostrado ser un experto en analizar vínculos afectivos en El gigante de hierro-, nos presenta a una familia que deberá reforzar sus lazos para construirse como héroe, donde cada uno pone su parte. El recorrido de aprendizaje que nos entrega es tan entretenido como profundo, con un desarrollo de los personajes muy inteligente y varias secuencias de acción con un impacto superlativo desde la puesta en escena.

Toy Story (1995)

Una de las películas animadas más importantes de la década del noventa, y no solo porque con su éxito abrió las puertas para que la computación trajera una oleada de obras de todo tipo, sino también porque reveló ante el mundo a Pixar, ese estudio repleto de gente enormemente creativa, que con este film tomó enormes riesgos que dieron frutos impensados hasta por ellos mismos. Y, además, porque despliega ante nosotros un conjunto de personajes hermosos, tan imperfectos como queribles, con el juguete-vaquero Woody como líder paradigmático. Con esta pequeña obra maestra, se da inicio a la que quizás sea la saga más sólida de todos los tiempos, que a lo largo de cuatro entregas supo interpelar a generaciones enteras, que aprendieron que los juguetes pueden ser mucho de lo que pensamos.

La Cenicienta (1950)

Cuando Disney se encontraba en un momento crítico luego de la Segunda Guerra Mundial, con problemas financieros y dificultades para hallar un rumbo estético, encontró en esta adaptación de un cuento de Charles Perrault, el camino que le permitió recuperar el liderazgo. Si bien lo que más se recuerda de esta película es el recorrido de la protagonista, que logra vencer las adversidades que se le presentan para alcanzar sus sueños, no se puede dejar de lado el rol decisivo que juegan sus amigos ratones, los verdaderos héroes de la historia. Es a partir de ellos que este es también un film con grandes secuencias de suspenso y un diseño estético ligado a lo caricaturesco. Con esa elección expresiva, se incorporaba el artificio propio del Hollywood de esa época y delineaba una experiencia espectacular, lindante con lo inolvidable.

Frozen: una aventura congelada (2013)

Si en su momento el masivo éxito de esta película fue toda una sorpresa, lo cierto es que analizándola un poquito, es fácil darse cuenta de que tenía todo para triunfar. No solo el retrato de un mundo fascinante, donde la magia y el paisaje nevado se combinan para encontrar una nueva forma de expresividad visual, sino también a dos protagonistas de enorme fortaleza. Anna y Elsa son dos polos opuestos, pero que inician sendas aventuras que las conducen a un punto de encuentro que redefine sus respectivas identidades. De ahí que a través de ellas se halle una escala máxima de profundidad y complejidad. A eso hay que sumarle una banda sonora estupenda, con el tema Let it go, de Idina Menzel, como estandarte y clásico instantáneo.

Dumbo (1941)

Luego del fracaso comercial de Fantasía, Disney buscó recuperarse con este film de estructura mínima (apenas 70 minutos), que sin embargo ha logrado sostener su encanto a lo largo del tiempo. En parte eso pudo darse porque su simpleza - tanto en su estructura dramática como en su estética, pautada por trazos simples en sus dibujos- no estuvo exenta de riesgos y experimentación. Si el encanto que transmite el elefante protagonista apela a las reacciones más primarias del espectador, la narración propone una interacción entre lo realista y lo fantástico que es mucho más sofisticada. Y lo cierto es que el recorrido del personaje, que aprende a hacer de su supuesto defecto (sus orejas gigantes) una virtud, sentó las bases para muchos otros héroes animados. Con esta película, comenzaba una tradición de aprendizaje.

Coco (2017)

Con una estructura capaz de crear un mundo propio que despliega sus reglas ante nosotros y una historia donde el deseo del protagonista se enfrenta con la negación familiar, Pixar nos entregó una de sus películas más sensibles, dulces y a la vez oscura, a partir de cómo indaga en las razones, nociones y consecuencias de la violencia y la muerte. Aquí lo existencial y lo espiritual confluyen de formas inesperadas, con la música como vehículo creador y solucionador de conflictos, en una aventura que va revelando sus capas con enorme inteligencia y ternura, hasta llegar a un clímax conmovedor, de la mano del tema Recuérdame, llevándonos irremediablemente a un mar de lágrimas. Un film donde la memoria adquiere un carácter palpable y de una belleza inusitada.

Moana: un mar de aventuras (2016)

A esta altura del partido, con tantas películas en su mochila, Disney difícilmente pueda inventar algo completamente nuevo y original. En cambio, encuentra la renovación desde las formas, con una evolución tan justa como necesaria. En eso, este film es paradigmático: su heroína, Moana, como muchas otras del estudio, va contra lo establecido y procura encontrar un rumbo propio que la pone en un recorrido mágico y enriquecedor para sí mismo y los que la rodean. En su odisea, lo humano y lo divino se entrelazan, constituyéndose en un puente para repensar las tradiciones y encontrar una nueva identidad. La acompaña el semidiós Maui, un personaje pícaro y encantador, también necesitado de redención, que contribuye a una experiencia encantadora.