Célica Véliz, la fotógrafa y docente de procesos fotográficos alternativos.

El viernes 9 de octubre la artista participó del primer tutorial en vivo que realizó Zibilia en Instagram. Allí conversó con la artista y fotógrafa Vivian Galbán sobre procesos fotográficos alternativos, y enseñó cómo realizar uno de ellos en simples pasos.

Célica Véliz es una fotógrafa formada en la ciudad de Tandil, especializada en procesos fotográficos alternativos, y actualmente es docente de artes visuales y técnica ceramista. Dicta talleres de laboratorio en blanco y negro, fotografía estenopeica y procesos alternativos. 

Su interés por las técnicas fotográficas antiguas y alternativas, datadas del siglo XIX, comenzó luego de finalizar sus estudios. La necesidad de conocer y experimentar hizo que ingresara, como alumna, en el mundo del laboratorio fotográfico y de la fotografía estenopeica, y que poco después comenzara a dictar talleres sobre el tema. Fue en uno de estos talleres donde surgió la curiosidad por aprender aún más sobre los procesos alternativos: “ Investigamos técnicas, leímos libros muy viejos, y de a poco fuimos probando. Tuvo mucho que ver con trabajar en grupo, el intercambio fue buenísimo.” 

El mundo de los procesos fotográficos alternativos es amplio y fascinante. Sólo unos pocas siguen utilizándose hoy. Algunos de ellos, como la cianotipia, van dyke, goma bicromatada o antotipia, permiten crear una gran variedad de copias fotográficas sobre superficies diversas, como papel, tela, madera o cerámica. 

  • Dos ejemplos de antotipos.

La técnica que eligió Célica para enseñar en el vivo se llama antotipia, y fue descubierta en la década del 1840. En esos años se estaba investigando acerca de la posibilidad de realizar imágenes en colores; es decir, se buscaban materiales fotosensibles con color. La respuesta, comenta la fotógrafa, la encontraron en el mundo vegetal: elementos sensibles a la luz y con una inmensidad de pigmentos.

Para la demostración, decidió utilizar cúrcuma y espirulina, dos condimentos sencillos con colores fuertes. Igualmente, aclaró que puede realizarse con cualquier elemento vegetal que coloree, como flores, frutas, hortalizas, café, ¡hasta vino tinto! En caso de decidir trabajar con hojas habría que procesarlas previamente, ya sea en una licuadora o un mortero.

Como primer paso, la fotógrafa mezcló el elemento vegetal con alcohol, para luego filtrar la pasta líquida y así obtener la tintura. 

En el momento de pintar la superficie, la fotógrafa hizo una importante observación: hay que aplicar varias capas, las que sean necesarias para obtener un color oscuro y saturado. Esto es lo que definirá el área de sombras, el contraste, que obtendremos en la imagen final. Luego de asegurar que la superficie pintada con la tintura, el material fotosensible, se encontraba completamente seca, Célica mostró dos posibles opciones: utilizar una transparencia positiva u optar por un elemento plano. 

Célica y Vivian en plena labor.

Con la primera -que puede ser una filmina, un papel vegetal impreso, o una impresión sobre papel común pincelado con aceite del lado del reverso- obtendremos una copia de la imagen con los colores de la tintura. La fotógrafa develó la magia detrás del proceso: “Después de dejarlo un tiempo expuesto a la luz solar, la capa fotosensible se aclara en los espacios de la filmina que no tiene oscuridad, resultando en la imagen final.” 

Si, en cambio, decidimos utilizar un elemento plano -hojas, recortes geométricos, etc-, quedará impresa la silueta sobre la superficie, habiéndose aclarado las zonas expuestas a la luz. 

 Para dar comienzo al tiempo de exposición, Célica enseñó cómo realizar la compactera en la que permanecerá el trabajo, haciendo hincapié en dos cosas: que el apilado ejerza presión, para que el contacto defina bien las líneas; y que peguemos con cinta scotch en algún extremo, para no perder el registro y poder observar el progreso de la imagen.

El resultado del trabajo.

Es importante, según dijo, no desanimarse con los tiempos de exposición, en especial si tenemos en cuenta que éstos varían dependiendo de la latitud y la estación del año en la que nos encontremos. 

Al finalizar, Célica dejó algunas recomendaciones para las personas que se animen a experimentar con la antotipia, en especial si deciden utilizar cúrcuma. Este material, a diferencia de la remolacha, se preserva muy bien en el tiempo, pero conviene agregar un paso más al proceso para lograr una imagen más nítida: “Al antotipo ya realizado, ya expuesto al sol, lo podemos pasar por baños de agua con bórax, o agua con bicarbonato. Luego lo enjuagamos y lo dejamos secar. Así aumentamos el contraste de la imagen.”

Las plantas, junto a la luz solar, son las piezas centrales de la antotipia. Por eso mismo, con elementos que encontramos en nuestra casa podemos probar y experimentar esta técnica del siglo XIX, creando una pieza única.