Un duelo, un viaje, una mujer y una casa vacía llena de mariposas. Actuación que se conjuga y potencia con pantallas y videos. Es "Sobre tus alas", el unipersonal de Amaranta Osorio, que se presenta todos los domingos a las 17hs en Area 623 y propone una travesía, en clave feminista, que invita al renacer sobre el escenario.

La historia se repite. ¿La de quién? La de cualquier mujer que, inserta en esta sociedad, no se detenga a pensarse. Esta pieza nos regala esa pausa necesaria para reflexionar acerca de la importancia de la sororidad, lo que significa la maternidad, la pérdida y la oportunidad de volver a definir nuestro lugar en el mundo.

En un tono confesional asistimos el viaje de la protagonista de regreso al hogar de la infancia y la acompañamos mientras lo vacía luego de la muerte de su madre. Interlocutor imaginario, mas no ausente. Ya que su presencia —en recuerdos, objetos, enseñanzas—, es la que habilita la metamorfosis final.

La obra conmueve. Ya sea desde la interpretación de Alma Buffay, que por más de que al principio roza lo forzado en su dramatismo, a medida que avanza la trama se distiende y nos permite conectar con su dolor, su emoción, su cariño, sus ilusiones y pérdidas. La empatía brilla a flor de piel. El guión es otro de los recursos que dan lugar a la conexión del público. Este presenta a una mujer que reconoce sus dudas, sus miedos, sus fallos y se anima a pedir perdón. Expone a una protagonista que no pretende ser una heroína perfecta y eso acerca.

"Sobre tus alas" es una pieza sensible y simbólica. Las mariposas monarca son los seres que habilitan la metáfora. Cada vez que aparecen no solo emocionan, sino que funcionan como mensajeras; como elemento que anticipa un posible desenlace, como amigas que escoltan, como ejemplo de cambio, como inspiración.

El lenguaje teatral se conjuga con el audiovisual. El recurso del vídeo sirve para dar cuenta del paso del tiempo y para ubicar al espectador en el espacio. A su vez, es el que da vida a las mariposas. Por momentos, su uso descoloca —cuando proyecta palabras sueltas—, y por otros sorprende —al romper su aparente planicie—.

La escenografía es otro de los elementos a destacar. Esta es cargada, llena de objetos desparramados por el piso que ordena el accionar de la actriz por escena: delinea una coreografía medida y cuidada. Es a partir del contacto con los diferentes cuadernos, cajas, prendas de ropa, que se van presentando anécdotas pasadas y realidades de la vida actual del personaje. Todo, mientras somos testigos de un proceso de vaciado que despierta preguntas. Reflexiones acerca del duelo, de lo que se espera de las mujeres —en estos casos y en la vida en general—, de la maternidad, del vínculo madre-hija, de los deseos internos, de las profesiones y los trabajos bien o mal pagos, del éxodo por amor, del perderse a una misma en pos de una familia, de la libertad. También es una obra que se pregunta por el amor. El amor de pareja y el amor sororo.

Tal vez, la clave de la obra es funcionar como una invitación a aprender a actuar como “viajeras del sol”. Así llaman en México a la cuarta generación de mariposas monarcas —únicas capaces de emprender el viaje—, que migran desde Canadá y Estados Unidos, miles de kilómetros hasta llegar a México. Estas utilizan el sol como brújula, a sus antepasadas como guías y a sus hermanas como apoyo y soporte; haciendo que la travesía solo sea posible en grupo.