En vísperas a su presentación en Niceto, junto a Valle de Muñecas, hablamos con la singular artista que acaba de lanzar nuevo disco, Sector apagado. Las canciones, la escritura, el proceso de grabación del álbum y cómo sería un mapa Bléfari fueron algunos de los temas de esta charla.

Rosario Bléfari entró a mi vida de la mano de Boris, un chico con el que salí hace varios años. Estábamos en mi casa y me preguntó si yo conocía bandas argentinas no muy conocidas, como Suárez. “No, no sé qué es”, le respondí. Empecé a escuchar los discos, me enloquecí. Un tiempo después le agradecí haberme pasado ese conocimiento, como si fuera una antorcha olímpica.

Varias de las canciones que conformaron el soundtrack de mi primer noviazgo eran de Bléfari. “Convicciones” fue una manera de decirnos que nos habíamos enamorado, aún sin saberlo del todo. Para uno de sus cumpleaños, le regalé Estaciones. Cuando nos estábamos separando, no dejaba de cantar “Intactos”: “faltaría saber cuánto te importa / si te importa”. De hecho, fuimos a ver juntos el regreso de Suárez en el Konex. No me voy a olvidar nunca de ese día. Tenía muy poca plata, todavía no había cobrado un trabajo, y sin dudarlo fui a comprar las entradas. Sentía que esos tickets iban a reverdecer nuestro amor, pero no ocurrió. Me emocioné muchísimo al ver a Suárez en vivo, y él estaba al lado, completamente fuera de la escena.

No hay amiga o conocido al que no le haya sugerido escuchar las producciones de Bléfari; es un punto de referencia obligado en mi vida. Pintura de guerra de Los mundos posibles, el proyecto con Julián Perla de Mi pequeña muerte, me hablaba.

Después de mucho tiempo, sale un nuevo disco de Rosario Bléfari solista, Sector apagado (2019). La última producción de esta artista multifacética había sido Privilegio (2011), un álbum más bien rockero y con guitarras y letras potentes (“Campanario”, “Fuego”, “Esclavos”, entre otras). 

Sector apagado (2019) Arte de tapa: Alejandra Seeber

Con motivo del lanzamiento del tan esperado disco y de la próxima fecha de Rosario Bléfari junto a Valle de Muñecas en Niceto, hablamos con ella:

Después de Privilegio, presentás Sector apagado, un disco bastante distinto a la estética estridente del anterior. ­Cómo fue el proceso creativo de estas canciones? 

Son canciones que tuvieron un trabajo muy extenso en el tiempo. Las fui haciendo a medida que ponía otros proyectos en órbita como Sué Mon Mont, Los mundos posibles y el experimental Paisaje escondido -la canción sin límite-. La mayoría de sus gérmenes surgieron en una sola primavera, salvo “Refugio” que era anterior a todas y tiene una energía un poco distinta aunque creo que funciona como la nerviosa del disco y está en buena compañía. 

La experiencia con los otros proyectos de alguna manera colaboró con el carácter de Sector apagado y en cómo llegó a convertirse en disco. La urgencia y libertad tímbrica y estructural de Paisaje escondido, donde las canciones solo se terminan de definir al tocarlas en vivo; la prolijidad asentada y segura de Los mundos posibles, y un lenguaje directo como el de Sué Mon Mont. Mucho tuvo que ver el momento de los músicos que lo hicieron conmigo. Alejo Auslender se redescubrió como un guitarrista delicado y volador, que despegó los pies de la tierra y de las exigencias rítmicas y crudas de mis discos anteriores, que había escuchado. Nicolás Merlino se transformó en el bajista despreocupado que parece llevarlo todo fácil y Federico Orio que no solo registró la batería sino que nos grabó a todos y produjo el disco. La presencia de Ariel Schlichter que integraba con Orio y yo Paisaje escondido, fue también importantísima porque con él mezclamos y masterizamos. Federico tocó también en las presentaciones en vivo de Los mundos posibles, entonces fue influenciado por esa banda. Al final toda esta dispersión de distintos proyectos tiñó y se concentró en este disco solista. Hasta Marcos Díaz, bajista de Sué Mon Mont, estuvo presente en una fecha a fines del año pasado. Lo reemplazó a Nico, flamante papá, y fue muy natural y fácil. 

En una entrevista comentabas que te das el gusto de navegar en todas las áreas, como si tu deseo fuese multidireccional. ¿Sentís que hay alguna conexión entre este nuevo disco y los libros de cuentos y poemas que presentaste hace poco?  

Se conectan a través de la forma en las que se conectan algunas escenas. Y algunas cosas de mi forma de señalar o referirme a algún aspecto de las personas y el mundo que intento armar. Son todas cosas de la escritura y del clima, que con la música puedo manejar con más elementos, pero en lo que es el oficio de cada una de las áreas no reconozco demasiadas similitudes, algunas sí, pero siempre se llega a algo que es propio de ese oficio, de esa práctica, que es particular en cada caso. 

Es ahí donde se debe, a mi entender, trabajar y estar atenta, para que lo que se adquiere con el tiempo como oficio, no se transforme en una repetición fría. Por supuesto en el mundo de los cuentos soy novata pero no tanto en la hechura de canciones. Es importante desbaratar la experiencia y ponerla en crisis; tratar de recuperar cierta intrepidez que se tiene cuando el oficio no está por completo adquirido. Por eso cuando inicio o pongo en marcha proyectos nuevos, que no domino tanto, siento que me nutro de algo vital que se deriva a las otras cosas, más dominadas. Por supuesto pasa en el sentido contrario también, es decir, algo de la experiencia en el hacer canciones me sirve para escribir un cuento.  

Foto: Juan Curto

¿Qué están preparando para la presentación del disco en Niceto? ¿Se vienen nuevas fechas?

Para esta fecha vamos a tocar el disco pero vamos a incluir temas que no solemos interpretar de mi repertorio de los otros discos. Trataremos de presentarnos en vivo todo lo posible, tenemos agendadas fechas hasta diciembre. Entre ellas, la más próxima es un viaje a Neuquén el sábado 17 de agosto con toda la banda.

Con respecto a Los mundos posibles, habías dicho que era “una renuncia a escribir siempre la misma historia de amor que termina con un drama”. Siento que Sector apagado continúa esa misma línea, canciones que se entremezclan con el paisaje, los animales, sin dejar de marcar un cierto horizonte de esperanza, ¿no?

En Sector apagado el tema del amor queda un poco de lado, a diferencia de Pintura de guerra que se mete de lleno con el tema amoroso tratando de evitar, como decís, el drama del amor romántico. Sector apagado creo que se preocupa por otras cosas. De alguna forma eso lo aleja del drama. Es cierto que aunque reconoce ausencias o evoca presencias que ahora no están, observa todo desde la orilla de enfrente: parece haber cruzado las aguas turbulentas.  

Si tuviera que elaborar un mapa Bléfari, incluiría a artistas como Luciana Tagliapietra, Claudia del Río y Miranda July. ¿Cuáles otras situaciones te remiten a este mapa?

Paula Trama y Los Besos, Amor elefante, Las edades, Las ligas menores, Sus Hijas, Poli Tano, Roberta Iannamico, y también Flopa y Paula Maffía con las que compartí muchas fechas acústicas. Quien nos vio pudo notar nuestras similitudes y diferencias puestas en evidencia y eso es hermoso porque muestra lo diverso de un panorama musical con presencia femenina. Hay muchas, muchas músicas formando el mapa en el que yo también estoy, de las que me siento más cerca en un aspecto que en otro, pero siempre reconozco algo familiar.