Anna María Maiolino es un verdadero ser en movimiento. Nació en Scalea, Italia en 1942 durante los terribles años de la segunda guerra mundial. A causa del trauma, el sufrimiento y la falta de oportunidades, se trasladó a Venezuela con su familia siendo apenas una niña de doce años, donde encontraría refugio en el arte. Avanzamos en el tiempo cinco décadas para encontrarla como una de las artistas más vigentes de su generación y una referente del arte latinoamericano. Te contamos cómo fue su camino y de que nos habla a través de las obras que presenta en "SCHHHIII...", su primera muestra panorámica en Argentina.

Después de Venezuela el hogar elegido fue Brasil, que se convertiría en la tierra amada de Anna María y el país que la atravesaría de por vida, en parte porque el mar le recordaba a su ciudad natal. Sin embargo en 1968 emigró a Nueva York, donde si bien estudió en la Pratt Graphic Center, había ido para acompañar a su primer marido Rubens Gerchman. Por lo tanto al convertirse en la principal responsable de los hijos y el trabajo doméstico, su labor como artista quedó un tanto relegado. Es durante este tiempo que realiza una serie de dibujos bajo el contundente título "Entre pausas", donde evidencia el agobio y las experiencia cotidianas.

Maiolino es una trotamundos que describe su vida como algo que transcurre como una espiral. "Mí trabajo describe espirales en torno de algunas preocupaciones constantes, lo cotidiano, la subjetividad, lo femienino, lo político, lo ético...". La suya es la historia de una inmigrante con muchas nacionalidades, o ninguna, que más que ir a la conquista de nuevos territorios, busca resaltar la vivencia de un nomadismo circular.

Así lo explica Paulo Miyada, el curador de esta primera muestra de Anna María en MALBA, donde nos presenta doscientas obras que ponen en evidencia su recorrido desde los años 60, a través de una producción constante y multifacética que oscila armoniosamente entre el grabado, la pintura, la escultura, técnicas multimediales, acciones performativas y el diseño. Un trabajo donde percibimos un meticuloso análisis socio-cultural y crítica política, aunque por momentos parezca suavizado.

A pesar de Anna María es europea, su obra tiene profundas raíces latinoamericana. Su producción es una exponente viva de nuestra historia reciente, como podemos ver en "Las locas" una instalación donde cuelgan sobre nuestras cabezas decenas de pañuelos blancos con nombres de desaparecidos brasileños. Es la magia del maridaje cultural del cual Maiolino aprende y se potencia.

Así mismo hay trabajos más íntimos, que desnudan la búsqueda de Anna por identificarse como una y muchas cosas al mismo tiempo. Maiolino sabe capitalizar y hacer convivir esas múltiples capas que la definen como artista, poeta, escultora, pintora, madre, hija, abuela, nieta, amante, esposa, amiga, latinoamericana, italiana, brasileña, inmigrante. Infinitas formas de percepción para ella y para nosotros como público receptivo.

La xilografía "ANNA" (1967) es una de las obras más importantes en este aspecto, donde aparecen dos siluetas y un nombre, su nombre y un cuerpo que es al mismo tiempo la duplicidad del cuerpo. Yo + vos / cuerpo + cuerpo / cuerpo a cuerpo. Aquí también nos encontramos con las obras realizadas en Nueva York, esos trabajos antes mencionados, donde resaltan aspectos de la intimidad, roles adjudicados a las mujer, la frustración que eso conlleva, el deseo, el cuidado de los otros, lo posible y lo que parece no serlo. Una de las imágenes más poderosas es "Por un hilo" (1976), donde Maiolino se retrata junto a su mamá e hija, unidas por un hilo entre sus bocas que representa los vínculos de amor y el peso de los mandatos. Un trío sagrado y una imagen que rompe la representación cotidiana de la familia.

Otro elemento recurrente es la relación con aquello que proviene de la naturaleza, como el poroto, el grano o el huevo, elemento central en "Entrevidas" (1981), donde vemos como sus pies se trasladan esquivandolos con una sutil habilidad. En esta imagen conviven el placer y la tensión para reflejar la sensaciones que aún se vivían durante la post-dictadura en Brasil. Esos huevos son un sinónimo de esperanza, un reflejo de la amenaza y la urgencia por "saber como moverse". Una experiencia performativa, donde el cuerpo se hace presente y es una herramienta recurrente.

La produccion de Maiolino es muy extensa para sintetizar en una sola nota, es por eso que les dejo una recomendación. Aprovechen estas muestras para conocer a artistas mujeres que a pesar de haber construído carreras fructíferas, constantes y adelantadas, en muchos aspectos aún son desconocidas por el público general (más allá del reconocmiento ganado en los últimos años). "SCHHHIII..." es una valiosa oportunidad para acercarse a Anna María Maiolino y entender la actualidad y relevancia de su producción y mensaje.