Antes de presentar en vivo su nuevo disco, Impresiones, Paco Leiva conversó con Zibilia sobre el proceso de creación y grabación de las canciones, sus influencias y sobre las posibilidades inspiradoras de la tecnología a la hora de hacer música.

A principios de abril, vio la luz Impresiones, primer disco solista del músico porteño Paco Leiva, quien hasta fines de 2018 fue guitarrista, sintetista y cantante de la banda Aloe, ahora disuelta. Se trata de un disco de ocho canciones con una duración de casi 25 minutos, un formato en auge que combina una cantidad de temas dignos de LP con una extensión total más cercana a la del EP. La producción estuvo a cargo de Hernán Segret en su estudio, mientras que mezcla y mastering fueron realizadas por Juan Armani, quien terminó de delinear la identidad sonora del trabajo.

Los primeros minutos están ocupados por “El Incendio”, que bien puede servir de muestra de los ambientes que inundan Impresiones. Montado sobre un beat electrónico y un bajo minimalista, aparecen los primeros acordes de guitarra eléctrica sobre los que se incorpora la delicada voz de Paco merodeando sobre una letra que parece hablarle a alguien más.

En este sentido trabaja también el siguiente track, “Lo Digital”. Con un estilo musical similar al primero, su poesía amalgama la visión que Leiva tiene sobre las nuevas tecnologías, conjugada con la autocrítica en frases como “compartí mi soledad en miles de imágenes”. A medida que el disco avanza, queda claro que el formato no presenta ninguna extrañeza, pues todos los temas parecen respetar la estructura tradicional de una canción: es en algunos timbres que elige o en algunos detalles del armado de las bases donde se puede percibir lo distinto, una búsqueda un poco más profunda que interpela al oyente de una manera directa a través de la escucha. Luego del acústico amable de “El Momento” aparece “Antros”, un track denso que evoca un clima oscuro y asfixiante. El cierre, “Cuerpo Reunido”, es una composición para piano de un virtuosismo único.

Impresiones, 2019.

En resumen, Impresiones es un disco que funciona en dos sentidos; por un lado, busca el diálogo con otra persona ausente que funciona como interlocutor; mientras que abre también un canal de expresión para sí, como si se fueran pensamientos en voz alta en soledad, todo esto dotado de una poesía fina y delicada.

En vísperas de la presentación del disco en La Tangente, dialogamos con Paco Leiva:

¿Cómo fue el proceso de grabación de Impresiones?

Yo siempre hice temas y compuse canciones pero la mayoría quedó en la nada. Algunas las llevaba a Aloe, otras quedaban ahí. Me compré un sampler y empecé a escribir beats y armar más la producción. Entonces, a principios de 2018, grabé acá en casa todo el set que había programado de los temas con beats en una especie de formato para tocar en vivo yo solo. Lo grabé en la compu y medio que empecé a producir pero con un límite claro. Un par de meses después le empecé a llevar los temas a Hernán (Segret), muy relajada la cosa, como diciendo “tengo un par de temas, agarremos dos o tres como para hacer un EP”. Nos empezamos a copar y terminamos haciendo un disco. De repente fueron saliendo uno atrás del otro y estábamos embarcados en esa misión. Fue todo el año de ir una o dos veces por semana a lo de Hernán a grabar, a reemplazar samples, a producir, como una fiebre de producción muy copada.

¿De dónde vienen los temas del disco?

De un proceso muy largo de hacer temas. El título del disco hace referencia a que son los tracks que sobrevivieron al tiempo y eran los que tenían que ser impresos de entre tantos. En cuanto empecé a sentir que las canciones sintetizaban una búsqueda de varios años, como decir “estos cuatro temas me sirvieron para llegar a este que a su vez representa toda una camada de canciones”, me pareció que era el momento de grabarlos, de decir “bueno, esta etapa de la vida es esto”. Ese pensamiento tuve para grabar.

¿Rastreás algunas influencias que te hayan pegado más a la hora de encarar el disco?

Sí, hay un par de discos que fueron muy emblemáticos, por ejemplo Tomorrow’s Modern Boxes de Thom Yorke (Radiohead), que fue un álbum que, desde el minuto uno que lo escuché, me cambió la cabeza a la hora de encarar una música. Fue muy inspirador, cada vez que lo escucho pienso que es increíble.

La música de James Blake también. Viene un poco además de la búsqueda que veníamos teniendo con Aloe de referencias, lo que te decía de la canción revestida de beats y sintes, como puede ser el bagaje de la música nacional, Charly, Spinetta, quizás la canción uruguaya: El Príncipe Pena o Eduardo Mateo. Siento que hay una herencia increíble que se remonta al tango que conoció al rock y se formó la canción argentina, si así se quiere. Un poco es retomar eso, revestido de las nuevas tendencias sonoras en términos tímbricos. Pienso en la música de Tyler, The Creator o James Blake.

¿Con qué tratás de quedarte de todo eso?

Un poco de la libertad que da la computadora: salir de la batería y el formato más de banda, el diseño sonoro… Lo que pasó mucho con Hernán es que ya la concepción de los temas estaba pensada en la mezcla: que el sinte se te abra en las orejas, que aparezcan unos golpes como en el tema “Paredes” que te corta… Esa siempre fue la idea. Y nos llevó un montón de tiempo lograr eso pero siempre estuvo ahí ese concepto. Pensar en el diseño sonoro y las posibilidades que da la tecnología en ese sentido es inspirador.