Pablo D' Elía traductor y director de la obra de Judith Thompson.

El director presenta Viendo morir a Gloria, la obra de la canadiense Judith Thompson, basada en el caso real de una adolescente que se suicidó en su celda, luego de cinco años convicta.

Pablo D’ Elía estaba en Toronto, Canadá, por una beca. Nevaba, hacía el famoso frío del norte, y él buscaba dramaturgia canadiense cuando encontró, en una librería de saldos, Viendo morir a Gloria (Watching Glory Die) de Judih Thompson. Le llamó la atención el dibujo infantil de un cocodrilo en la tapa en contraste con la palabra 'Morir'. Llevó el libro, lo leyó ese día, se sintió interpelado por la historia de una reclusa joven que pasó la mayor parte de su adolescencia en la cárcel. A su regreso a la Argentina, Pablo comenzó a crear la versión teatral de Viendo morir a Gloria, actualmente en cartel en Teatro Beckett. La obra se cuenta a partir de tres voces: la de Gloria, aislada en una celda; la de Rosa, su madre, y la de Abigail, la Guardiacárcel.

Es una obra muy dura. ¿Qué fue lo determinante para llevarla a escena?

Uno presupone que la infancia es el momento más lejano a la muerte en el recorrido de una existencia, de una vida. Pero no siempre es así, por eso me llamó tanto la atención el libro. Pensé en todos los temas que la obra atravesaba y eran vigentes en nuestro país. La baja en la edad de imputabilidad, las condiciones insanas en las que se tiene a los reclusos, las mujeres dentro del sistema penintenciario y dentro de un sistema que las hace oprimirse a sí mismas, unas a las otras. Todo estos temas circulaban por mi cabeza y fueron determinantes para montarla acá.

¿Cómo abordaste la traducción? ¿Hiciste cambios para que resultara más accesible al público local?

Hubo dos versiones. Una fue trayendo a Gloria al sur argentino, a Ushuaia y la cárcel del fin del mundo. Pero no me convencía. Tratándose de una historia real, la de Ashley Smith, me pareció que debíamos respetar las locaciones originales dónde sucedió. Como público contemporáneo estamos atravesados por Netflix, las series y la producción cinematográfica de otras latitudes. Así que el paralelismo podría hacerlo el propio espectador de la obra, sin la necesidad de darle todo masticado.

Existe una idea generalizada sobre Canadá como un país ideal donde esto no podría suceder. Después de leer la obra, ¿investigaste sobre el sistema? ¿Qué aprendiste, en relación al caso de Ashley, y podrías contarle al espectador desconfiado ante esta historia?

Hay muchos dichos (y algunos chistes) sobre Canadá como la sociedad modelo, como el país perfecto. Quizá mi estancia de un par de meses haya sido corta para comprobarlo. Pero sí puedo decir que la educación, los buenos tratos y el orden, son manejados por los canadienses con bastante eficacia. Nadie imaginaría que detrás de esa corrección hay casos como el de Ashley. Ella sufría de esquizofrenia. Su mala conducta, muchas veces, se debía a desórdenes mentales. Y nadie intentó contenerla. Ashley Smith pasó toda su adolescencia en la cárcel, de los 14 hasta los 19, cuando se suicida. Se comportó como una adolescente rebelde, como otras. ¿Era la cárcel el lugar para ella? ¿Propone la reclusión una re-inserción social real? ¿Se tienen en cuenta las enfermedades mentales? Estas preguntas siguen sin respuesta y llevaron a la madre de Ashley, a realizar un un juicio al servicio de correccionales de Canadá por cómplices de muerte. Este caso sentó un precedente y en el 2011, una adolescente encarcelada por motivos similares a los de Ashley fue sentenciada a cuatro meses de encierro en un hospital psiquiátrico pero no en la cárcel.

La obra tiene una puesta en escena muy bella y sofisticada. ¿Por qué decidiste esa disposición espacial y la inclusión del mapping y el video?

Las decisiones espaciales (considerando al espacio como el conjunto que incluye Escenografía, Video e Iluminación, realizado por Jorgelina Herrero Pons, Silvia Maldini y Verónica Lanza, respectivamente) tuvieron que ver con la poetización de la crueldad. A partir de la oposición entre los conceptos Encierro-Imaginación, pudimos reflexionar sobre las distintas acepciones de estas palabras. Nos preguntamos quién está más encerrado: ¿Aquél privado de la libertad pero que puede imaginar un mundo mejor o quién puede caminar libremente pero siempre respondiendo a otros y sin posibilidad de modificar el mundo? Estas preguntas nos permitieron pensar el espacio de Gloria, la celda, cómo un lugar aislado, vacío, pero transformable a partir de las imágenes que crea su cabeza, del funcionamiento del mapping y el video. De esta forma se puede alternar entre el afuera y el adentro, aunque Gloria siempre esté encerrada.  

BONUS: Recomendación para espectadores desconfiados.

El documental Out of Control de The fifth Estate (2010) dónde pueden verse los videos de Ashley Smith en la cárcel, los malos tratos y a los abogados y su madre explicando el caso. Eso sí, es un video muy duro de ver, incluso la muerte está documentada sin tapujos.