“Variaciones sobre el café” es una obra de teatro, mix entre instalación y unipersonal que se presentó en Timbre 4 dentro del Festival Temporada Alta 2024 (TABA). La protagoniza Mariana Blanco, artista, performer y es quien le da voz a diez mujeres campesinas: Lidia, Rosario, Cecilia, Serafina, Albertina, Griselda, Beatriz, Alma, Isabel y Francisca. Ellas viven en una pequeña localidad, Pluma Hidalgo, en Oaxaca, México. La génesis de esta pieza artística, como le gusta llamarla, fue investigar el feminismo, su filosofía en otras mujeres que no fueran ella misma ni su entorno de amigas.

“Quería conocer mujeres bien diferentes de mí. Fueron casi tres años de trabajo conjunto, viajaba a ese pueblo, de difícil acceso y hacíamos los talleres. Aprendí a seleccionar el café pluma, que es su trabajo. Yo buscaba palabras y ellas me daban acciones”.

La escenografía es simple: veintidós bolsas blancas llenas de granos de café, distribuidas en tres mesas, un saco grande de arpillera a un costado, unos zapatos de tacones rojos y cuatro bases de cafeteras. Las bolsas tienen impresos de un lado datos de fecha, gramaje, tipo de café, etc. Del otro, uno de los tantos registros sensitivos de Mariana: “El dolor en la espalda baja derecha está pulsando. No me lastimé el miércoles, lo sé… (…) Todos duermen en mi casa y yo cuento café. ¿Cómo es que llegué a esto, al café y a la espalda?”.

La protagonista de la obra nació en Uruguay y hace dieciséis años que vive en México. Cuenta que el encuentro con las mujeres campesinas le cambió la vida: “los primeros encuentros, habitados de silencio, dieron luego lugar a palabras, a contar lo cotidiano, a conformar la Cooperativa “Flores de café” y vender su producto, al final de cada representación, en México. Ellas son la calma, un refugio, un lugar de tranquilidad, de paz. El café forma parte de su identidad, realizan la clasificación ancestral del café pluma, en vías de extinción. Aunque el cuerpo duela al estar ocho horas encorvadas con la vista atenta. Es el poder simbólico de su propio café”.

Las mesas y las bolsas desaparecen del escenario. Mariana comienza a narrar su experiencia, se escuchan en off las voces de las campesinas algo difusas por la cadencia propia mexicana, por lo particular de ser personas de la montaña, que hablan poco y bajo. Aluden al susto, una palabra habitual en su mundo cotidiano: “Con el susto, el alma se pierde. No sé ni de qué estoy asustada. Algo dentro de mi puede más que yo”. También se oyen datos: “1 kilo de café son 3104 granos, 1 quintal son 46 kilos, 1 kilo son 90 tazas” o preguntas retóricas: “¿Quién gana con el café? El que lo compra” y la afirmación poética: “El café es una ilusión”.

A continuación, la protagonista realiza un círculo con una tiza blanca en el medio del escenario y camina por ese borde con zapatos rojos stilettos. Los pasos son inestables, sus manos reproducen los movimientos de recoger y clasificar café. Mariana cuenta que la permanencia de esa escena fue discutida dentro del grupo de mujeres: “estuve a punto de sacarla pero se negaron. Los zapatos de tacones son muy valorados para fiestas y símbolo de sus estados de ánimo. Cuentan que si están mal o confusas, no pueden usarlos, no tienen equilibrio, son como el reflejo de su alma”.

En el fondo del escenario una gran pantalla reproduce imágenes que ensamblan los rostros de las mujeres con granos de café. En el medio, sentada en una banqueta, la performer comienza a narrar su propia infancia y cómo su pelo, largo, lacio y negro la emparenta con las campesinas, las une: “mi pelo fue siempre quebradizo, frágil y ahí también se puede construir. No hay que ocultar la fragilidad. Es la historia de mi cabello y de mi vida”. Un asistente ingresa y le arma una trenza hacia arriba, la enrosca, le inserta una argolla de metal y de allí se colgará casi desnuda, en un extremo de una gran balanza giratoria. En el otro, una bolsa de arpillera gigante, llena de granos de café. De fondo, la canción “La noche” de Jaramar Soto enaltece el momento.

A continuación, hay imágenes de montañas, de playas: “La montaña es una pausa enorme, un respiro en la rapidez en que transcurre mi vida”, afirma la protagonista. Final de obra.