La actriz, directora, dramaturga y docente de teatro protagonizó un nuevo vivo de Zibilia en Instagram. Habló sobre la escuela de teatro que acaba de abrir, sobre el proceso creativo y hacia el final contestó un ping pong multidisciplinario como ella.

Maruja Bustamante, actriz, dramaturga, directora y docente, fue entrevistada el pasado viernes 30 por el también actor, autor y director Pablo D’ Elia, en un vivo de Zibilia que continuó la modalidad de charlas entre pares que inauguró Vivian Galban con Marcos López, ambos fotógrafos y artistas.

El encuentro ocurrió en la previa de dos eventos protagonizados por Maruja. Por un lado, en la víspera del estreno de Concovidato (hoy a las 21.30), una de las diez obras ganadoras del ciclo Teatro sin Teatro en Timbre 4, que creó con Gattite. Por el otro, a días del comienzo de las conferencias sobre posdrama, que darán Vivi Tellas, Rafael Spregelburd, Beatriz Trastoy, Alejandro Tantanian y Mariana Oberztern, en ese orden, los lunes de noviembre en su propia flamante escuela de teatro.

Pablo recibió a Maruja, su amiga personal, y al presentarla sumó otros roles a los mencionados que completaron su fisonomía de artista multifacética y multidisciplinar: gestora cultural, cantante, compositora y pintora.

El primer tema abordado giró en torno a la nueva escuela de teatro. Cómo fue que surgió la idea de abrirla y cuál es su búsqueda. “Doy taller de dramaturgia hace 12 años – contó Maruja- y el año pasado concursé horas del EMAD (Escuela Metropolitana de Arte Dramático), porque se jubilaba (Mauricio) Kartun, y me las adjudicaron. Y pensé que con eso se terminaba algo, que llegaba a un lugar, y a partir de ahí tenia que ir hacia otro, y empezar a organizar mejor lo que yo ya hacía: dar talleres todo el tiempo. Y quería armar una escuela también por todas las cosas que quiero difundir, o los temas que me importan o me interesan, que tal vez no encuentro en otros lugares”.

Van sumándose espectadores/as al vivo.

Agregó que además esto nació con Bosquejos, un grupo que integra con Lucía Panno y Marina Jurberg, con el que hacían jornadas de escritura, y también el Ciclo Maestras del teatro, donde a través de entrevistas a grandes docentes de la escena, iban “directo a la pedagógico", para descubrir sus sus formas, sus procedimientos, sus maneras de pensar la enseñanza artística desde ser artistas.

Todo eso devino en la necesidad, este año, de saber y indagar un poco más sobre lo posdramático en Buenos Aires, y “buscar a esos referentes o esas personas que se podían asumir posdramátiques o bien, como en el caso de (Rafael) Spregelburd que no, que están totalmente en contra. Me parecía que con eso se podía armar un combo copado y así lanzar la escuela”, precisó. Que fuera un espacio donde capitalizar los años dando clases, acá y para personas de otros países, pero también un lugar para la reflexión.

Tips para escribir y dirigir(se)

La conversación siguió alrededor de la relación entre la práctica artística y la enseñanza, lo que llevó al tema de la escritura, y a la pregunta de si ella tenía algún tip frente a la hoja en blanco. “Encontré una forma que es: primero dibujo, pego cositas, la imagen que viene. Me provoco con colores, a mí el color me estimula mucho. Y fotos, puede ser que yo me imagino la foto y la trato de dibujar. Por eso tengo muchos cuadernos. Los cuadernos pasaron de estar llenos de palabras, a tener muchos dibujos, croquis. Empiezo en un lugar más abstracto que de repente me lleva a la palabra”, explicó Maruja.

Luego de un recorrido por las sensaciones que le provoca, en general agradables y estimulantes, ejercer los diferentes roles de la creación artística, Pablo le planteó si le parecía importante o necesario para un dramaturgo o dramaturga dirigir sus propias obras. “Yo dirijo más tranquila y con mucha más concentración y hasta te diría mejor, cuando se trata de la obra de otra persona – reveló -. No se si por compromiso con un texto que no es mío, o justamente por la distancia que podés tener con ese texto, siento más comodidad. Cuando dirijo una obra mía, todo es melodrama, pasión, problemas… Nunca lo quería aceptar, pero todas las últimas obras que dirigí son obras no mías, y la verdad es que estoy más tranquila, la paso mucho mejor”. Desde otra óptica, también dijo que le gusta que otro dirija obras que ella ha escrito. “Hay obras que las dirigiría yo, y hay otras que no me da tanta cosa darlas. Desde el primer momento que yo pasé Paraná Porá, mi obra más celada, de la que pensaba 'nunca se la voy a dar a nadie'… Bueno, ahora hay versiones en Paraguay, en Córdoba, Mendoza, La Pampa y son hermosas todas. Y fue lo que más me enseñó que yo podía dar una obra mía, bien escrita, y que sucedía, donde sucedía. Incluso sucede más linda porque los acentos son más reales. Si sucede, ya está”.

Sobre las actividades y proyectos que se vienen anunció que la semana próxima comienzan los ensayos con Mariela Asensio de La casa oscura, obra que escribieron a dos manos, y ambas van a protagonizar, dirigidas por Paola Luttini.

Hacia el final Maruja protagonizó un ping pong sobre consumos culturales:

¿Serie favorita del momento?

Me vino Masterchef, pero mi serie favorita del momento es la Veneno. Gran serie.

¿Una pintora o pintor?

Leonora Carrington. Y argentina Mariela Scafati.

¿Un libro o autor/a?

Amor total de Fernanda Laguna, me encantó. Y me regalaron justo Escritura no creativa de Kennet Goldsmith que está bueno.

¿Una película?

Jamás besada.

¿Te hubiese gusta actuarla?

Sí, obvio, es re para mí. Yo quiero ser una comediante de cine. Me encantaría.

¿Una canción o artista musical?

A mí siempre la que me provocó fue la música pop, todas las poperas de Madonna para acá, a Britney la quiero un montón, a Beyoncé también. Me inspiran porque me dan vida. Pero después, me gusta bastante, aunque no se crea, Chopin. Es decir si quiero escribir tranquilita ponemos a Chopin.

Y ya que estás viendo Masterchef, ¿cocinás?

Estoy viendo el programa – no veía televisión desde los 80 -, me gusta cocinar y la verdad que lo hago bastante bien pero no cocino porque después me van a hacer cocinar sin parar. Aunque ahora debería empezar a cocinar de nuevo.