Una tarde de marzo, las hermanas Marull presentaron el anteproyecto de una obra al Complejo Teatral de Buenos Aires. Se trataba de la primera versión de una pieza que se estrenaría en septiembre de ese año. Pero era 2020, al día siguiente, comenzó el aislamiento obligatorio por la pandemia, y "Lo que el río hace" no vio la luz de sala hasta hace unos días, cuando logró estrenarse en el Teatro San Martín.

En el medio, hasta hicieron un audiovisual sobre el proceso creativo de la obra. ¿Será por eso que para ellas el encuentro con el público fue tan gratificante? Finalmente el espectador estaba allí, de manera presencial, "formando parte de la obra, atento, riendo, emocionandose. Fue una bendición”, relata María.

En su recorrido teatral trabajaron mucho juntas: actuando ambas (Vestuario de Mujeres de Javier Daulte) o en obras de la otra (María dirigió a Paula en Hidalgo, y Paula a María en Yo no duermo la siesta y en Vuelve). Sin embargo, esta es la primera vez que las dos escriben, actúan y dirigen en un proyecto. ¿Qué vendrá después de esa suerte de máxima expresión de crear de a dos? “Que el público seamos nosotras”, responde Paula entre risas. “¿Un unipersonal?”, agrega María.

Lo cierto es que basta con ver "Lo que el río hace" y conversar con ellas para pensar que todo eso que imaginan puede ser posible, porque en un mundo tan individualista y autosuficiente, resulta cuanto menos contrahegemónico hacer del crear con otrx un modo de vida capaz de conjugar el plano afectivo y el profesional.

¿QUÉ HACE EL RÍO?

La pieza está centrada en Amelia, una escritora que viaja a Esquina, el pueblo de Corrientes en el que se crió, para recuperar un campo que heredó de su padre. Allí se hospeda en el hotel de Dora (Mónica Raiola), quien la conoce desde que era pequeña y se alojaba o vivía en el hotel con su familia. Dora trae las historias que acercan a Amelia a su padre que murió, y enriquecen su mirada sobre el pasado.

Para resolver cierta cuestión legal con el terreno, Amelia recurre al escribano del pueblo, Antonio (William Prociuk), novio de su juventud con el que contrastará registros de lo sucedido en ese vínculo, y que está casado con Nancy (Débora Zanolli). En el hotel también trabaja Juano (Mariano Saborido), que -perseverante en relacionarse con Amelia- se anima a confrontarla en su manera de estar o de no estar (en el presente) y no poner freno a las demandas de su vida citadina (su esposo, su hija, o la editora que la llaman repetidamente al celular). Juano será quien esté literal y metafóricamente en medio del río con Amelia: dispuesto a pescar, contemplar, reflexionar, discutir o zambullirse. La acompañará a reencontrarse con la naturaleza, pero especialmente con la propia cuando emerja la preocupación por el tiempo, por apropiarse de él de algún modo.

AMELIAS

Si bien "Lo que el río hace" se apoya en un gran umbral de ficción, las Marull indagaron en su historia y asumieron con astucia y desenfado la auto-referencia. Pese a criarse en Rosario, pasaron los veranos en Esquina, donde vivía su papá. “La obra tiene semillas de cosas que vivimos florecidas en árboles que no son necesariamente reales”, relata María.

Recuerdo, invento e investigación, como cuentan que describe Daulte -uno de sus grandes maestros- que se componen las obras. Amelia nació atravesada por monólogos que tenían tanta fuerza, que decidieron que formasen parte de la obra. No tienen que ver estrictamente con el conflicto de la escena, sino que son otra dimensión narrativa de esa escritora.

Para actuar, utilizan su parecido como dispositivo poético. Ser confundidas por ser mellizas no les genera ningún conflicto: incluso, "Lo que el río hace" es el escenario perfecto para que el despiste le suceda hasta a sus más allegados. Dada la particularidad de que ambas actúan y dirigen, se aprendieron todo el texto para hacer pasadas completas y que la otra pudiera ver la totalidad de la curva del personaje y de la obra. “No queríamos perdernos la posibilidad del juego escénico, de que la duplicidad arme significado. Hay momentos en los que Amelia irrumpe como un pensamiento y otros, en los que puede tener otras lecturas”. Ahora, en las funciones, extrañan que la otra no esté mirando.

Además de tener una formación parecida y una afinidad estética, María y Paula no describen diferencias radicales en su personalidad, más allá de disentir alguna vez en algo pequeño acerca de cómo perciben los materiales, y que esos intercambios hagan que sus obras crezcan. Escriben en un mismo documento, con colores y subrayando cuando les parece que hay que borrar algo, convirtiéndose en un interlocutor del minuto a minuto de la otra.

"Me costaría bastante escribir con otro que no sea María”, confiesa Paula. “Porque la escritura es algo muy íntimo: lo que hacés hoy, mañana te parece una porquería, pero al ser tuyo… Entonces, me parecería difícil decírselo a un otro que no sea ella".

EL DOCUMENTAL

Dado que las obras que estaban previstas para la Temporada 2020 no pudieron estrenarse, el Complejo lanzó "Modos híbridos", un ciclo de propuestas audiovisuales en las que lxs artistas cuyas obras estaban programadas abordaban los mundos de ficción que habían imaginado para el escenario. El documental se estrenó en febrero de 2021 y desarmó la ficción, haciendo que el espectador acceda a la intimidad de la obra en construcción a través de registros audiovisuales, entrevistas a personas que inspiraron los personajes, imágenes de su viaje a Esquina, salidas de pesca y ensayos.

“El contexto de la pandemia y del documental, el estar con ganas de hacer algo creativo a pesar de lo que se vivía, nos acercó mucho a la obra. Los actores fueron una pieza fundamental; son personas amorosas y desde el vamos aportaron al proyecto, jugando cada uno en su casa, e indagando actoralmente, grabando videos, imaginando qué harían los personajes”, detalla María.

“Después retomamos el texto para pulirlo y seguir haciendo versiones, porque nos gusta que esté lo más terminado que se pueda al comenzar a ensayar”, explica Paula. El trabajo de reescritura y la convivencia de dos años con esos personajes hizo que no se arranque de cero a ensayar en el San Martín: "Había un recorrido, una maceración de la obra”.

EL DISPOSITIVO ESCÉNICO

La escenografía tenía el desafío de contar muchos ambientes cerrados y a la vez, poder transformarse en un río, “de llevar el río a la sala”, en palabras de Paula. “Y de generar -en un espacio de techo tan bajo- una sensación de inmensidad que a la vez luego pueda convivir con todo lo demás”. No querían resignar la idea de un bote en el medio del río, pero “Gonzalo Córdoba Estévez lo solucionó muy bien”.

"Cuando hicimos el documental, hicimos el río con un plástico y había funcionado muy bien. Entonces cuando repensamos la obra, quisimos que vuelva”, señala María. “En teatro siempre suma cuando se logra construir algo con pocos materiales, y en este caso, además, organizaba el resto del espacio”.

ESCRIBIR Y MATERNAR

Como Amelia, María y Paula son madres y escriben. Dos tareas que -sumadas a la carga mental de las tareas domésticas y de cuidado que recaen aún hoy sobre las mujeres-, pueden dificultarse. “Amelia se desconectó de su propia voz, escribe a pedido de una editorial. En ese sentido, para nosotras es al revés: escribimos por necesidad personal, no preocupadas por lo que se usa o lo que la gente necesita escuchar. De todos modos, no es fácil escribir con dos o tres hijas como nosotras".

"La maternidad es hermosa, pero es difícil”, reflexiona María. Para Paula, “Cada vez es más lo que se espera de una madre. Amelia ha cedido a las exigencias de su trabajo, de su marido, de su hija. En ese contexto, el viaje le permite desconectar un poco del ruido y la demanda, y eso está presente en la obra. A nosotras también nos pasa.

Criar es trabajo, y no siempre se pone en palabras. Una manera de ser buena madre es ocuparte de vos y de ser lo que sos, porque aunque la sociedad nos exige renunciar a lo que necesitamos, es importante no hacerlo, para que los hijos vean que una es una mujer que pelea por sus deseos y que se hace un lugar para encontrar una voz propia”.

¿Cuántas veces pensamos que algo no nos sale, o le sale a alguien más? Para Juano, a Amelia “ya se le cumplió todo”. Lo que el río hace es una indagación sobre nuestra identidad como lugar de cruce de lo que nos devuelven otros y lo que nos contamos sobre nosotros mismos. Una llamada a observar e incluir a quien unx fue en lo que es hoy.