Dialogamos con el director y autor de Claudia en la montaña, una obra que relata el viaje de una mujer para curarse, ambientada en la década del sesenta. Nos contó su punto de partida para este espectáculo, habló de su proceso creativo y de varias cuestiones más.

Claudia emprende un viaje para “curarse”. Todo parecería indicar que está poseída. Pero, contrario a lo esperado, ni la iglesia ni los sacerdotes intervienen para diagnosticar o para indicar el tratamiento. En cambio, es un médico quien advierte la “condición” y una chamana la que guía la “curación”. ¿Qué sucede cuando la ciencia no tiene influencia y cuando las “enfermedades” responden a otra lógica?

A la manera de las viejas novelas de aprendizaje, somos testigos del cambio de la protagonista. Lo interesante es que no se explica mucho en qué consiste este camino que emprende Claudia para “curarse”, no solo porque la encargada del tratamiento es una chamana de pocas palabras que cree más en los actos que en las explicaciones, sino porque casi no se habla de lo que sucede. En cambio, se canta y se baila. El sentido último corre a cargo del espectador.

La puesta en escena impacta por lo visual. Inmediatamente nos trasladamos a los años 60. No solo el vestuario sino todo el conjunto, encabezado por las actuaciones, corresponden a esa década. La primera escena, en el consultorio de un médico, estremece por su oscuridad –no solo en cuestión de iluminación, claro- y contrasta con el resto de la obra que transcurre en la montaña. Esto subraya el pasaje del personaje entre ese pasado oscuro y opresor en la ciudad y la libertad, el cambio y la claridad de la montaña.

No sorprende que esta obra esté escrita y dirigida por Hernán Morán. Los que estamos familiarizados con su trabajo reconocemos su poética, su estilo. Pero, a la vez, esa manera de escribir y llevarlo a escena muta de pieza en pieza. Actor, director, dramaturgo y artista plástico, Morán comenzó su carrera dentro del mundo de la improvisación y, según nos cuenta, la técnica la aprendió con Mosquito Sancineto. Sin embargo, su primera maestra fue Alejandra Ramos, en los talleres del Centro Cultural Rojas en la década de los 90. A partir de ahí no paró: de formarse y de producir. Charlamos con él sobre esta obra, su proceso de escritura y sus próximos proyectos, entre otras cosas.

¿Cómo nace Claudia en la montaña?

De donde surge el 90% de mis obras y es de una anécdota familiar. Lejos de romantizar las historias familiares o de contar añoranzas, mi fascinación pasa por las referencias absurdas, injustas y oscuras. No tengo una familia muy unida, todo lo contrario, somos pocos los que nos llevamos bien. Pero, así y todo, hay anécdotas que alimentan mi mundillo constantemente. En esta oportunidad tomé un "cuento" de mi abuela que solía contar que una prima lejana estuvo poseída y su marido la llevó con una chamana.

Se nota que el espectáculo tiene una gran investigación detrás en relación a la época en la cual transcurre la historia, no solo por las referencias que hay en la obra y el vestuario sino, también, en las posiciones corporales de los actores, por ejemplo. ¿En qué consistió dicha investigación?

Soy un gran fanático de la cultura retro y kitsch. La música que consumo es mayoritariamente de los años 50 y 60. Varias de mis obras están ambientadas en esas épocas por lo que es una investigación que llevo haciendo hace años. En esta oportunidad profundicé un poco más sobre la subcultura musical en la Argentina en la década del 60.

¿De dónde surgen las ideas a la hora de escribir?

Aunque no creo en el concepto romántico de la inspiración, siempre parto de una imagen. Pero a esta imagen la tengo en un catálogo permanente, no es al azar. A veces viene en forma de un loop, una acción detenida o una frase que quedó rebotando. No tengo disciplina ni rutina para escribir, por eso trato de no dispersarme con música. Me siento muy cómodo escribiendo en cuadernos porque a la par de escribir dibujo.

Sos dramaturgo, director y actor. Generalmente dirigís solo las obras que escribís, ¿el director surge como una necesidad del dramaturgo o viceversa?

Dirigí todas las obras que escribí y la verdad es que la escritura nació por una necesidad de plasmar ideas muy concretas. Desde mi primer grupo de teatro me manejé haciendo lo que llaman "dramaturgia de actor". Trabajábamos con improvisaciones que guiaba de manera muy rudimentaria desde afuera, tirando textos y plasmándolos en el momento. Luego, hacíamos un trabajo de mesa donde se bajaba a papel pero generalmente era algo que sólo nosotros entendíamos. De hecho, mis primeras obras las entiendo sólo yo.

¿Y te interesaría que otro/a director/a dirija tus textos?

Me encanta que dirijan mis obras otros directores, de hecho a fin de año se estrenaría en España una obra que estrene en 2007 que se llama Hipocampo. Ángel Cabrera (director español) me preguntó si podía adaptarla y le dije que no quería que la montara sin que la adaptara. Tengo ese conflicto con la dramaturgia, creo que se desactualiza muy rápido, que se pone rancia sin que nos demos cuenta, como una leche afuera de la heladera. Tal vez me pase eso por venir de la improvisación.  

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

En este momento estoy estudiando guión de cine de forma privada con Gustavo Cabaña. Estoy muy contento porque estoy escribiendo una película de terror (género del que soy fanático). Con respecto al teatro, estoy escribiendo una obra para hacer con el mismo elenco de Claudia en la montaña. Creo que no se da siempre lo de trabajar con tan buen clima de trabajo y que sea recíproco.