El autor y director de "Trágica y moderna" contó detalles de este espectáculo que tiene una estrecha relación con el cómic y una puesta que remite a la comunicación las redes sociales.

Trágica y moderna es una obra que mediante un formato de cómic pone en escena la tragedia existencial y cotidiana que nos atraviesa. En una escenografía neutra y, por lo tanto, universal, y con un ritmo vertiginoso, discurren problemáticas que por tan simples no dejan de ser basales: el amor, la soledad, el éxito, la realización, la maternidad.

Fabio Golpe, autor y director, eligió una manera de organizar la puesta que recuerda a la comunicación mediante redes sociales. La historia se construye a través de diálogos cortados y rápidos, las escenas cambian de manera apresurada. Las actuaciones en su conjunto son muy interesantes, a tono con la propuesta, creando mediante una parodia sutil “tipos” de personajes. 

El que no reconozca alguno -sino todos- sus “mambos” en esta obra que levante la mano.

Tuvimos el placer de charlar con Fabio Golpe:

¿Qué intertextos atraviesan Trágica y moderna?

Está atravesada por mí (risas), intertexto principal para contar esta historia. Algunas cosas que se cuentan son propias, de mi universo, de mi vida diaria, de mi rutina, de mi familia; soy un poco cada personaje o gente que conozco es un poco cada personaje. Necesito sentirme cerca del material que escribo, siempre va a tener algo mío. Trágica & Moderna cuenta la historia de una chica que está llegando a los 30 y piensa que no hizo nada de su vida; esa crisis es un poco de todos, nos pasa a todos. Esta chica también quiere vivir de la actuación y no le pasa; como a mí, que quiero vivir de escribir y dirigir teatro y ¡no me pasa! (risas otra vez). Esta chica está con un chico que no la valora, esta chica tiene una amiga a la que no le viene y se obsesiona y no resuelve, esta chica tiene una compañera de elenco totalmente insatisfecha con su vida, empleada en un centro médico y busca todo el tiempo esa vida que no pasó, y por último, esta chica tiene una madre que no para de hablar de su ex marido y que recomienda mentirse para ser feliz porque en definitiva nada de supera en la vida, sino que tenemos que hacer como que superamos. Cada personaje me lo crucé en mi vida, y cada texto que dicen lo escuché. Es una obra actual, real, honesta, con historias muy cercanas. Según mi modo de entender el teatro, si no es honesto, no es teatro. 

La puesta significa de manera muy interesante y simple la desconexión de los personajes y lo vertiginoso de los tiempos que corren, ¿ya lo tenías en mente a la hora de escribir el texto o fue surgiendo durante los ensayos?

Esa desconexión está en la obra desde su escritura, en los diálogos hay una falta de registro del otro, de lo que le pasa al otro, de lo que siente, todos hablan de sí mismos; en muy pocas escenas hay un entendimiento entre los personajes, y eso tiene que ver con este momento. Estamos en otro lado, haciendo y pensando mil cosas, muy ensimismados. Y con respecto a la puesta, la obra es muy hablada, diálogos cortos y picados, y con algunos monólogos, pero muy hablada, entonces necesité ponerle mucho ritmo y dinamismo. Los personajes entran y salen, van cambiando de lugar dentro del mismo espacio escénico, y todos los cambios de escena están marcados por luces puntuales frías que se encienden y se apagan, eso le da mucha velocidad a la puesta. Me pasa que tengo mucho para decir, mucho para contar, pero en poco tiempo.

Ese "poco tiempo" me lo impongo yo, que soy ansioso, y no me gusta que las obras sean largas, no quiero que el espectador se duerma, necesito darle movimiento, información, los diálogos de la obra son crudos y honestos, el espectador sí o sí se siente identificado, no le queda otra que entrar en esa historia. La obra es un carrusel que de repente pierde el control y hay gente arriba tirando sus brazos (elenco) y agarrando a quienes están abajo mirando (espectador) y al público no le queda otra opción que dejarse agarrar y entrar en este huracán desfachatado.  

 ¿Cómo fue reponer la obra en un espacio diferente y con cambios en el elenco? El año pasado estaba en cartel en NUN...

Fue todo un desafío. Pasamos de una caja negra a un espacio con puertas y ventanas, y me encanta poder hacer uso de todo dentro un espacio escénico. Fue más desafiante hacer esta temporada en un espacio diferente que tener un cambio en el elenco. Este año se incorporó Flora Ferrari, talentosa y gran compañera, que entendió esta obra y entró al juego sin dudar. Tenía muchas ganas de trabajar con ella, y este año se dio la posibilidad. Lo de la nueva sala, fue más riesgoso, pero un lindo riesgo, esos que se toman como desafíos. Me gusta tomar de cada sala lo que me propone. Trágica & Moderna es una obra honesta y me gusta que eso se traslade a todo, está en el texto, en las actuaciones, en los movimientos y acciones de cada personaje, en la puesta en escena.

¿Cómo es dirigir tus propias obras? ¿El proceso dramatúrgico se completa en los ensayos o el texto está cerrado?

Dirigir mis propias obras me da una libertad increíble y muy necesaria. Y escribo lo que siento que tengo que escribir, es raro el proceso, es muy interno. Llevo a escena la historia que tengo ganas de contar. Mis textos tienen poca corrección, casi nada diría, tengo un proceso bastante impulsivo y sin cuestionamientos. Escribo y escribo, una fuerza extraña me da el impulso y no paro. De todas maneras, hace poco escribí una nueva obra para estrenar en 2019 en Club Cultural Matienzo, y me pasó que, inesperadamente, corregí algunas cosas durante el proceso de escritura y quedé sorprendido, porque siempre me angustia la corrección de un texto. Con respecto a Trágica & Moderna, lo único que hice fue recortar líneas y monólogos previo a los ensayos; y durante los ensayos retoqué palabras, cosas muy chiquitas pero que mi obsesión por el detalle me exigían hacer esos cambios. Y al dirigir mis textos, bajo la ansiedad y dejo cosas del texto para corregir durante los ensayos. Soy el autor que dirige, tengo mis permitidos, nunca cierro nada de antemano, ¡no sería yo!