El premiado espectáculo es llevado a escena por la compañía argentina Stage Company. Sorprende por su calidad temática y estética, donde el mapping re-construye el mundo, tal como lo ve el niño con Síndrome de Asperger protagonista.

El mundo es hostil, los adultos mienten y son violentos. Pero claro, mucho de lo que hacen estos adultos es en nombre de cuidar y proteger a otras personas; en muchos casos, a los más chicos. Ahora bien, ¿cómo experimentan, sienten, piensan esto los niños o, en este caso, Christopher, el protagonista de El curioso incidente del perro a medianoche? A medida que la obra transcurre, se va descubriendo esta premisa.

Un detalle importante: el niño en cuestión no es cualquier niño sino que posee el Síndrome de Asperger. Esto lo vuelve especial en muchos sentidos, desde lo que no podría hacer (el condicional es adrede) hasta lo que efectivamente hace. Es decir, en nombre de su patología se lo trata de manera diferente, se lo “protege” y se le prohíbe hacer ciertas cosas. Y, justamente debido a este síndrome, él actúa y piensa de determinada forma, no acepta las limitaciones impuestas y no abandona hasta conseguir su objetivo. Vista desde esta perspectiva, la obra puede leerse en clave inclusiva y, sin duda, esa es la intención. Pero el sabor amargo de la crueldad y de la violencia del mundo en el que vivimos no desaparece y esa, también, es la intención.

Foto: Fiorella Romay

El curioso incidente del perro a medianoche es una novela de Mark Haddon que fue adaptada al teatro por Simon Stephens. El espectáculo recorrió con gran éxito los escenarios del mundo (Londres, Nueva York, México) y ganó varios premios (entre ellos, cinco Premios Tony). En abril de este año llegó al Maipo, al parecer, para quedarse por un largo tiempo. La producción y realización está a cargo de The Stage Company, una compañía argentina que se caracteriza por poner en escena éxitos internacionales (como Shrek, por ejemplo).

En relación a esto, hay que mencionar que en este tipo de producciones no está permitido, por cuestión de derechos, modificar nada del espectáculo. Ahora bien, sí se realizó una versión de la obra que se centra únicamente en algunas adaptaciones del idioma. Entonces, muchos personajes (porque no son todos) hablan en un claro porteño con los “ches" correspondientes. Pero se dice varias veces que la historia transcurre en Inglaterra. Esto, que en cierto punto es un detalle, genera en el espectador atento un poco de extrañeza que molesta.

El espectáculo tiene varias cuestiones dignas de mencionar. Por un lado, la temática. Al respecto, resulta muy interesante que nunca se nombre la condición del personaje. Es decir, se da a entender por el desarrollo de la acción, por cómo lo tratan, cómo se maneja, cómo habla y por la gestualidad. Pero no se tematiza por la palabra el Síndrome que padece. De hecho, el no nombrarlo responde a una clara decisión de unificar “al diferente” para desmitificarlo. Es decir, diferentes podemos ser todos depende de cómo se nos mire. Y, así y todo, una persona (o un niño en este caso) diferente puede lograr lo que se propone y vivir integrado. Y, de hecho, el padre de Christopher que es “normal” actúa peor que él.

  • Foto: Fiorella Romay

Por otro, en relación a la puesta en escena, se destaca la utilización del video mapping, un procedimiento que consiste en la utilización de proyectores para desplegar imágenes o animaciones en superficies reales. El escenario está prácticamente vacío y, mediante este procedimiento, se va llenando a medida que avanza la obra. Así, se sucede lo que puede considerarse la escenografía que va creando los diferentes espacios en los que transcurre la acción. Y, también, imágenes que representan lo que Christopher está pensando. Las personas que tienen el Síndrome de Asperger suelen ser muy inteligentes y realizan razonamientos que, a veces, son difíciles de seguir (en cuestiones matemáticas, por ejemplo). Entonces, este recurso visual funciona como el complemento ideal para lo que el personaje dice. Además, a nivel general, le da un toque mágico al espectáculo y es un factor sorpresa que se mantiene y va mutando a lo largo de toda la obra.

El curioso incidente del perro a medianoche es una experiencia teatral que apela a todos los sentidos, a lo emocional y, también, a lo racional. Celebramos que existan cada vez más propuestas en la cartelera porteña –y en especial en la comercial- que no subestimen al público y que aborden temas actuales y necesarios.