A principios de siglo XX, funcionó en el predio el Balneario Municipal, donde se bañaban miles de porteños Luego de la contaminación de sus aguas, el ingreso al río quedó prohibido.

En Costanera Sur, a cuadras de Plaza de Mayo, entre Puerto Madero y el Río de la Plata, existe una de los espacios naturales más grandes de América Latina. Un periodista de Zibilia Revista lo recorrió y relata qué situaciones y maravillas atesoran sus 350 hectáreas.

En la Reserva Ecológica de Costanera Sur circula una energía única. Corredores y ciclistas sudorosos y alegres se dejan fotografiar por este cronista mientras liberan endorfinas y calorías. Otros, manta al piso, prefieren incorporarlas mediante jugos azucarados y bizcochos de grasa. El día es caluroso. Hace un par de horas que habilitaron el ingreso al predio de 350 hectáreas, en donde deportistas, materos, yoguis, turistas, lectores, fotógrafos, exploradores, trovadores, estudiantes, entre otros visitantes convivirán con la flora y fauna de la zona. “Recibimos más de un millón de visitas por año. Los fines de semana llegan entre cuatro mil y cinco mil personas”, afirma Gerardo Iriarte, guardaparque de la Reserva desde hace 5 años. Si bien la jornada recién empieza, todo parecería indicar que el día ayudará a mantener el promedio de visitantes. 

A medida que uno avanza, por sus diferentes caminos y senderos, los sonidos de la fauna se mezclan con distintos dialectos y pisadas de corredores. Chajás discuten con ranas, atletas se dan aliento para completar sus tramos, a pocos metros del río y a aproximadamente 60 kilómetros de Colonia, Uruguay, adolescentes con guitarra en mano corean estribillos de Nicki Nikole.  

Gerardo Iriarte, guardaparque. Su trabajo consiste en evaluar, documentar y notificar el estado de la zona.

La variedad de animales y vegetación que ofrece este inmenso pulmón verde, ubicado a pocos minutos del microcentro, se observa no solo en las especies que habitan, el público que pisa la Reserva también es muy disímil. En 2018, el británico Paul McCartney, un fanático de los parques naturales, visitó el lugar. Siguiendo por el mundo de la música, durante una de sus giras en Buenos Aires, el ex Talking Heads, David Byrne, lo recorrió en su bicicleta.

A diferencia de Paul y David, que pisaron los suelos de una de las áreas más importantes en la conservación de aves del planeta, hay otros que son habitúes, casi una especie más del paisaje natural. “Hay gente que espera que lleguen sus vacaciones para ir a Mar del Plata o Miami. Yo no. Con venir acá me conformo”, confiesa Nancy, bajo la sombra de un sauce, junto a Rubén, su pareja, oriundos del barrio porteño de San Cristóbal, quienes desde hace veinte años, todos los fines de semana, se instalan en sus reposeras para matear y caminar por el espacio de Costanera Sur. 

Las lagunas de los Patos, de los Coipos, de las Gaviotas y de las Macáes ocupan una tercera parte de la superficie del área.

Al costado de un sendero, más cerca del Río de la Plata que de las inmensas torres de Puerto Madero, Alex disfruta de su merecido descanso luego de haber terminado de pedalear los 9 kilómetros que religiosamente realiza cada domingo. “A la hora de andar en bici busco un aire más fresquito y puro. Acá lo encuentro” reconoce con su particular tono el ciclista nacido en Moscú, Rusia, hace 61 años pero residente en Buenos Aires desde hace veinte. 

Junto a un grupo de compañeros, Alex recorre la Reserva en bicicleta una vez por semana.

En la Reserva Ecológica se conservan 1650 especies, entre plantas, hongos y animales de todo tipo. Hay desde aves, reptiles y mamíferos, hasta peces, anfibios y artrópodos. Pero la principal atracción para el ojo de Lucas de Ciria, fotógrafo y miembro del Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur (COARECS), son las 314 especies de aves que habitan el espacio, el 3 por ciento del total de las aves del mundo. El fotógrafo dice que a él y a su grupo los identifica el pato fierro, animal al que se lo suele ver flotando semi hundido en la Laguna de los Patos. De Ciria es una de las tantas personas que en verano le escapa a la urbe y se acerca a la Reserva para disfrutar de uno de los ambientes naturales más importantes del país.

Semana a semana, De Ciria visita el parque nacional y comparte su pasión por las aves con su grupo de colegas.

Declarado Parque Natural y Zona de Reserva en 1986, el gigante verde ubicado en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires ofrece distintas actividades gratuitas para realizar hasta el 28 de febrero. Los martes, de 12 a 13, se realiza Avistaje de pequeños animales asistidos con microscopios. De martes a jueves, de 9 a 11, los guías del lugar ofrecen visitas guiadas a pie y en bicicleta; mientras que una hora más tarde, hasta las 12, se pueden observar, con la ayuda de especialistas, distintos árboles nativos. Además, solo en épocas de verano, ocurre Qué pasa de Noche, un paseo nocturno de 150 minutos que se realiza los viernes a partir de las 20. Y para los amantes de la lectura, todos los jueves de 17:15 a 17:45, bajo el nombre de La Reserva cuenta con vos, el espacio ofrece un espectáculo de narración de cuentos y leyenda sobre la fauna.