Mona Maris y Carlos Gardel en Cuesta abajo (1934), bailando al ritmo del 2x4.

Los lugares donde bailar tango en Buenos Aires son incontables. No hay noche de la semana, sin milongas repletas de parejas abrazadas al ritmo de la más popular música rioplatense. Aquí una breve selección para que te asomes a un mundo maravilloso.

Es la fantasía de todo extranjero al llegar a Buenos Aires: no hay porteño que no sepa bailar tango. Pero esta fantasía -como suele pasar con muchas fantasías de viajeros- a los pocos días de estar en la ciudad, se pincha. El tango, y sobre todo su danza, es bastante menos popular en la vida cotidiana porteña de lo que las agencias de turismo hacen creer. Pero los que vivimos en esta ciudad, sabemos reconocer aquí y allá, esa pátina de melancolía y desafío, de alegría ensordecida, que nos anuda al sentimiento tanguero. Si seguimos ese sentimiento como un hilo rojo, llegaremos hasta el mundo nocturno de las milongas: un mundo que late despierto en el corazón de la ciudad, mientras la gran mayoría duerme.  

De lunes a domingo, desde antes de caer el sol hasta la madrugada, todo Buenos Aires está repleto de milongas y prácticas de tango, donde encontrarse para bailar. Y encontrarse es la palabra justa que define lo que sucede en las milongas. Un espacio ideal para conocer gente, hacer nuevos amigos y disfrutar de la intensa experiencia del 2x4. 

Las milongas funcionan en lugares muy diversos y están desparramadas por todos los barrios: seguro que hay alguna a la vuelta de tu casa o el trabajo, es cuestión de prestar atención. Podemos descubrir gente abrazada bailando, no sólo en los salones tradicionales dispuestos para la actividad, sino también en clubes deportivos y sociales, en centros culturales e, incluso, en bares y teatros.

Es cierto: aprender a bailar no es tan fácil al comienzo y requiere cierta persistencia. Pero la ciudad está llena de buenas academias donde tomar clases, de todos los niveles y estilos. Cuando ya adquirimos cierta destreza, el goce de un giro o una caminata, abrazando en la pista a nuestro compañero de circunstancia, paga con creces todo esfuerzo. Además, bailar tango es como andar en bicicleta: una vez aprendido, el cuerpo nunca más lo olvida.

Y el bailarín de tango siempre tiene - en cualquier ciudad del mundo- una actividad para llenar las noches solitarias. 

En Buenos Aires hay milongas para todos los gustos: las hay más tradicionales y clásicas, más descontracturadas, milongas elegantes, milongas de barrio y milongas al aire libre; hay milongas con gente más joven y otras donde los viejos milongueros pueden enseñarnos esos pasos clásicos, que en las clases no se aprenden. Hay milongas rockeras y otras de tango electrónico; o milongas queer, donde los roles de quien conduce y quien se deja conducir, no están definidos por el género y pueden intercambiarse durante el baile. 

Algo importante: todas las personas pueden ir a la milonga, aunque solo los bailarines puedan bailar. Se asiste a la milonga del mismo modo en que se va a cualquier café o pub de la ciudad: elegimos una mesa, hacemos un pedido al mozo -tomamos un vino, una cerveza o un café- y nos sentamos a disfrutar del lugar y su ambiente. No es necesario saber bailar para hacer una visita. De hecho, las mesas de las milongas son muy frecuentemente ocupadas por turistas que están conociendo la ciudad. Sin embargo, para entrar a la pista de baile, es indispensable tener la destreza de la danza. La pista de una milonga tiene algo de sagrado y hay que ser paciente para entrar en ella.

Si la curiosidad te pica, y querés darte una vuelta para saber de qué se trata, acá va una breve lista de milongas que te están esperando con las puertas abiertas. 

1. La Milonga de Vinilo

La más linda milonga para encarar el lunes con la alegría de una noche de baile y música en vivo. En el precioso salón-teatro que esconde el Café Vinilo detrás de las cortinas, se organiza esta milonga en la que se puede disfrutar en vivo de la Orquesta típica Victoria y de músicos invitados. Vale tomar alguna clase previa, que caliente los pies para la pista.

La Orquesta Victoria.

Lunes de 22 a 1. A las 20.30, hay clases para principiantes.

Dirección: Gorriti 3870

2. Parakultural

Hija directa y dilecta de aquel gran movimiento under que fue el Parakultural en los 80, esta milonga organizada por Omar Viola es una de las más prestigiosas y cálidas de Buenos Aires. En el legendario Salón Canning, va los lunes, martes y viernes de 23 a 5.30.

Entrar a la pista es para iniciados y ver a la gente bailando, un espectáculo en sí mismo. Además, suele haber música en vivo o exhibiciones de grandes bailarines. Reservar mesa es fundamental. 

Dirección: Scalabrini Ortiz 1331

3. La Viruta Tango Club

Una de las prácticas más populares de la noche de Palermo. Famosa por sus clases, muchísima gente dio sus primeros pasos en la inmensa pista que se despliega allí, en el primer piso de la Asociación Armenia. Hay milonga de miércoles a domingo, desde las 23.45 hasta las 4.

Los profesores y profesoras de las clases de La Viruta, un clásico pre-milonga.

Como las clases son más temprano, es común que los principiantes se queden un rato practicando, para ir mezclándose lentamente con los milongueros avezados que caen en la medida en que avanza la noche. El ritmo de la pista va creciendo en intensidad y a la madrugada, baila el que mejor la mueve. Un clásico: salir el viernes del Parakultural y bailar en La Viruta hasta el desayuno, con medialunas.

Dirección: Armenia 1366, 1° piso.

4. La Catedral

La milonga que no te falla un solo día de la semana. De lunes a lunes, desde las 22 a las 3 de la mañana. Amplio y múltiple espacio donde, además de la pista, hay mesas y sillones para instalarse a charlar y tomar algo con amigos o en pareja. Un lugar ideal para los que todavía no se animan a bailar pero disfrutan de la noche y los lugares íntimos y con personalidad.

Dirección: Sarmiento 4006

La Catedral en su fiesta de cumple 20 años.

5. El Bailongo de la Glorieta

Todas las tardecitas de los días hábiles, el plan puede ser salir del trabajo y bailar abrazados bajo el cielo, en la divina glorieta de Barrancas de Belgrano. Allí se organiza una milonga a la gorra de 19.30 a 22, y se pueden tomar clases más temprano. Los domingos también está la milonga abierta, de 19 a 23, para que a nadie le pegue el bajón del séptimo día. Entre tangos y arboleda, toda una experiencia al aire libre. Hermoso plan, especial para la primavera.

Dirección: 11 de septiembre 1901