Conocé al grupo ORGIE, un colectivo en el que se encuentran que pone en escena un auténtico teatro revolucionario. Sus dos obras en cartel, dirigidas por Silvio Lang, son "máquinas de guerra" que apuntan a los cimientos de neoliberalismo e inspiran a ser parte de su destrucción.

La Organización Grupal de Investigaciones Escénicas (ORGIE) nace en 2016. Es un grupo de performers, actores, actrices, bailarines, dramaturgos y directores impulsados por el deseo de crear a partir de una investigación de las fuerzas que operan en la producción de la subjetividad contemporánea. Silvio Lang, director de Pasadas de sexo y revolución y Diarios del odio, dos obras del grupo, define el modo de trabajo del grupo como una "nueva forma de politización de la sexualidad". Una sexualidad que hasta hace poco era marginal y minoritaria. Hoy lo raro sexual es una potencia diferencial que desorganiza la violencia capitalista y una capacidad de poner en juego otras sensibilidades en el diagrama social.

Mar de colas

Canciones de protestas, poemas anónimos, consignas políticas anti neoliberales, y hasta teoría de fanzine de los activismos de la imaginación político-sexual desobediente en la Argentina desde los años 70’. Todos son para ORGIE dispositivos poéticos-políticos a remontar. Pasadas de sexo y revolución es un show formativo de las luchas de mujeres, lesbianas, travestis, trans y maricas por una sociedad de nuevo tipo. Comienza como la mayoría de las obras teatrales, con sus integrantes en el escenario. La situación dura poco y la obra deja de ser tal, y se convierte en una fiesta. Al ritmo de furiosa música electrónica, los 45 participantes del espectáculo avanzan con la cola apuntando al público hasta quedar al borde del escenario. Desde ahí, desvirtúan todo los dispositivos típicos del teatro convencional, pero también, toda subjetividad heteronormativa.

La obra es en realidad una fiesta electrónica atravesada por las consignas de los movimientos sociales maricas que toman la escena pública desde la década del ‘70. Desde sus rayos láser y colores flúo, hasta en las tangas y las máscaras queer, Pasadas... es una máquina de guerra. El show articula lo personal con lo político y apuesta a una superación de la diferencia sexual vía la reivindicación del ano como órgano universal.

Un accionar foucaultiano anti-gobiernos neoliberales

El quehacer cotidiano para todo amante de la cultura es de extrema dificultad en los tiempos que corren. Pero, ¿cómo enfrentar las adversidades desde la trinchera? Ante esta pregunta, Lang describe la situación desde el blog de la obra: “Conservadurismo de las élites culturales; inflación económica; des financiación y vaciamiento del sector público; políticas antifiesta popular; agresividad y odio social en los vínculos por la precarización laboral, la violencia institucional y la pobreza. En Pasadxs hay un complot para desear otros mundos. Hay una obsesión de mezclarnos para que la soledad neoliberal y el fascismo evangelista, new age, marketinero no se meta en nuestra piel.”

A las armas

Tres líneas de combate implican a Pasadas… como máquina de guerra: el presente histórico donde se posicionan como artistas, las propias neurosis donde el deseo y la subjetivación de los cuerpos están sometidos y la demolición del código y de los dispositivos que capturan la potencia de actuar, decir, pensar.

Ejército de Drags

En cuanto a su rol de director de la máquina, Silvio afirma: “La dirección escénica, corrida del deseo de un amo, puede considerarse la práctica que teje el plano de consistencia de los deseos comunes. Se trata de considerar la práctica escénica como máquina de guerra sensible, que despliega una lógica de ocupación reconfigurando el espacio público en espacio común.” 

Parece ser que en medio de la inversión de sentidos de todas las insurrecciones con la que opera el neoliberalismo fascista, revalorizar el uso del trabajo de la creación artística y la actitud de la práctica escénica se vuelven pensamientos estratégicos.

Fascistrolls

Diarios del odio se estrenó en abril de 2017 en la sede de la Universidad Nacional General Sarmiento (UNGS), con la dirección escénica de Lang y finaliza en el teatro Xirgú el martes 27 de noviembre. En el medio, la obra pasó por diferentes espacios como universidades públicas, centros culturales, teatros populares, plazas, etc. Un dato no menor que habla de cierta contradicción dentro de los límites de un sistema cada vez más lánguido, es que hace un año fue Declarada de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

  • Diarios del Odio
  • Coro de pop evangélico

Darle voz y cuerpo al odio

Comprendida como una indagación escénica y musical sobre el poemario homónimo de Roberto Jacoby y Syd Krochmalny, Diarios del odio se propone cuestionar la emergencia política y pasional de una subjetividad fascista en la Argentina, que ordena la vida de cada vez más personas.

Dos planos escénicos heterogéneos: las relaciones de los cuerpos en masa y los enunciados del odio de los lectores anónimos de las ediciones digitales de La Nación y Clarín durante los gobiernos kirchneristas. En el primer plano los cuerpos se organizan representando fenómenos de masas en el espacio público. En el otro plano, los enunciados vueltos poemas se resuelven en canciones de pop evangelista, cuarteto, y la infaltable electrónica.

En las tensiones y transacciones entre uno y otro plano se juegan los afectos de odio y de dicha de los cuerpos. Los protagonistas se mueven sin una dirección fija pero dan la sensación de tener el sentido de su movimiento programado por alguna especie de máquina algorítmica. El vaivén también describe la estrategia de poder del pastoreo de las masas ante sus desbordes contingentes de igualdad, organización y emancipación.

Los cuerpos del diario del odio

Recomendaciones pertinentes

Tanto Pasadas de Sexo y Revolución, como Diarios del Odio son obras vanguardistas y posmodernas. Hay que entender la posmodernidad como la época en la que todo es performateado; es decir, la subjetividad humana es constituida como objeto a través de dispositivos que emergen en el seno de muchos conflictos.

La fiesta se mete en el público, el público se mete en la fiesta

Ambas obras trabajan la subjetivización pero buscando realizar un camino inverso al de la objetivación. Tratan de lograr una (otra) reestructuración de los cuerpos pero de índole libertaria, a partir del análisis real de esos conflictos y su correspondiente desglose.

Aquellas personas a las que les interese entender el camino que proponen ORGIE y Silvio Lang, sin importarles ser alcanzados por la transpiración ajena o rozados por genitales drags, serán más que bienvenidas a subirse a estas máquinas de guerra en sus funciones finales.