El regreso a la presencialidad plena en todas las salas de la cartelera teatral porteña podría ser uno de los hitos más festejables de 2022, un año con una variada oferta de estrenos y en el que muchas piezas emblemáticas pudieron reponerse. En un presente acaparado por la virtualidad, el teatro es uno de los principales rituales que resisten en generar un encuentro entre los cuerpos.

Una vez más, las palabras del dramaturgo Arthur Miller resuenan vigentes: “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”. Desde Zibilia te contamos acerca de tres desafiantes puestas que muy pronto podrán ir a ver.

EL TIPO

Un policía conoce a una chica por casualidad y se obsesiona con ella. La piensa, la acecha en redes, lee los libros que a ella le gustan, y se dedica a narrar varios sucesos que ocurrieron desde que la vio por primera vez. De pronto, ingresamos en el relato de alguien muy peligroso que no se percibe como tal. Inmediatamente "El tipo" muestra las sombras de ese personaje a través de retazos de su propia historia de vida. Y, al mismo tiempo, lo advierte como parte de un mundo atravesado por la violencia machista, empezando por los códigos relacionales misóginos, normalizados en la institución donde trabaja.

El tipo nació en el marco de un taller literario, en un formato más narrativo, “como un cuento, con la conciencia de que se iba a representar en algún momento”, según detalla Lisandro Penelas, quien escribió con la idea de actuar este material. Tras lograr esa primera versión, comenzó a trabajar el texto con Ana Scannapieco, tomando decisiones en función de llevarlo a escena y dejándose enriquecer por la mirada y pautas de su compañera. Ella ya había sido dirigida por él en "El amante de los caballos" y desde ese entonces, planeaban hacer una inversión de roles.

Uno de los principales desafíos de actuación de esta puesta radica en que todo lo que sucede a lo largo de los 50 minutos que dura, depende del actor y de su posibilidad de sostener la concentración sin compartir con otrx las experiencias de la escena. “No tengo momentos de descanso”, revela Penelas. “Cuando no estoy hablando, estoy bailando, o cantando. Las últimas semanas antes del estreno pensé que no iba a poder hacerlo porque quedaba agotado”. Sin embargo, comprendió que ese cansancio se debía a la extrema concentración que le demandaba estar atento a todo lo que pasaba y tras estrenar, comprobó que le era posible: “El cuerpo ya tenía un registro de qué hacer, de qué iba pasando en la obra, y empecé a disfrutarlo mucho más”.

Como espectador, se torna inevitable juzgar al personaje, pero la magistral actuación de Penelas en su incursión actoral en clave de unipersonal invita a descubrir cómo habita los distintos momentos que debe atravesar. El hombre de "El tipo" no es un monstruo, es -como su título indica- un tipo, que trabaja, como muchos que conocemos todos los días, en apariencia común, con sus particularidades biográficas y psicológicas, y, a la vez, inserto en una sociedad enferma.

El tipo vuelve a incomodar y propiciar que nos generemos preguntas. Las funciones serán los sábados a las 19, a partir del 4 de febrero, en Moscú Teatro.

HIELO NEGRO

Creada por Luciana Acuña y Luis Biasotto en distintas residencias en Ecuador, EEUU y La Plata, esta pieza tuvo su primera versión en febrero de 2019 en Hamilton NY, un lugar que en ese momento del año está colmado de nieve. Y asociado a la nieve, existe un peligroso efecto que se produce cuando la temperatura llega a 0º, la nieve comienza a derretirse y sobre el asfalto queda una pequeña capa de hielo que no se ve, pero que puede causar accidentes y muertes. Es el llamado “hielo negro”. El proyecto tuvo varias versiones más. El plan inicial de los fundadores del influyente grupo Krapp era estrenar en el Teatro Sarmiento luego de que finalizara la pandemia. Pero en 2021, Biasotto murió a causa del COVID, y el proyecto no pudo concretarse.

A fines de octubre de 2022, Acuña estrenó una última versión buscando que contuviera a las anteriores. Lo hizo sin Biasotto, pero conservando su autoría. Además, pensó en personas que le recordaran de alguna manera cómo era estar en escena con su dupla, y así sumó a Milva Leonardi, Francisco Dibar, y Santiago Gobernori. El espacio es habitado por ellos y -de múltiples formas- por el iluminador Matías Sendón: él es evocado en las cartas que Acuña y Biasotto le escribían en medio de la creación y que aparecen en la obra, pero también le habla a los intérpretes a través de una voz en off desde la cabina, y en otros momentos, directamente irrumpe en el escenario.

En palabras que escribieron Acuña y Biasotto en 2020: “...es otra obra sobre la muerte, pero también sobre dos amigos; sobre el insondable abismo de la creación; sobre los paisajes imposibles; sobre Romeo y Julieta; sobre los fantasmas. La muerte en esta obra causa risa. Los muertos resucitan pero no causan terror. Quizás los muertos resuciten porque no podemos vivir sin ellos. Quizás no haya nada en el mundo que no haya estado antes, en algún otro tiempo o lugar. Quizás haya un momento donde no podamos diferenciar más la fantasía de la realidad”.

Las imágenes son magnéticas. Hay lugar para que el delirio y el humor convivan con el desamparo. Con dirección de Acuña, Hielo negro reflexiona sobre los mecanismos de creación, sobre el vacío de no saber qué hacer pero seguir jugando, y sobre el cruce con el error y con la frustración. Los textos son de Biasotto, Acuña y Mariana Chaud. Los intérpretes y creadores son Leonardi, Dibar, Gobernori, Acuña y Sendón, a partir de una creación original de Acuña y Biasotto.

La obra regresa el viernes 17 de febrero al Teatro Sarmiento y las funciones serán de viernes a domingos a las 20.

LOS DIAS DE LA FRAGILIDAD

Escrita por Andrés Gallina y dirigida por Fabián Díaz, "Los días de la fragilidad" cuenta el romance entre la goleadora del Club Atlético Once Unidos y el Mudo, que se enamora de ella, de cómo hace los goles aunque no pueda gritarlos, y se entrega a ser su más apasionado hincha. La acción transcurre en Miramar en invierno: las bicis, la arena, el viento y cierta desolación característica de esa ciudad costera fuera de temporada acentúan la épica de esta historia protagonizada por Manuela Méndez e Iván Moschner.

Estrenada en 2018, "Los días de la fragilidad" se presentó los dos años que le siguieron y en 2022. “Tiene un dispositivo simple y muy fácil de trasladar, lo que nos permite una infinidad de opciones, de espacios escénicos con características diversas”, señala Manuela Méndez. Su última “casa" es el espacio cultural Quetren que, “al ser una cancha con ingreso de luz natural y el sonido de los pájaros, es ideal”. Allí fueron las últimas funciones, en noviembre y al mediodía: en total silencio el público se miraba entre sí, como asistiendo a una ceremonia. En los rostros, la humedad del sudor se mezclaba con las lágrimas.

Como en el fútbol, la acción se juega en toda la cancha: arranca en el centro pero se complejiza por los bordes y se define en el arco, aquí reemplazado por las esquinas opuestas y la posibilidad de regular el vínculo entre los personajes a partir de la distancia espacial entre ellos. Durante 50 minutos, el público rodea el cuadrilátero escénico, a la vez alojado en una cancha de fútbol, que es el club cultural. “La obra es muy vertiginosa para actuar, por su dispositivo 360 que no permite esconderse de la mirada de otrxs. Eso la vuelve frágil. Muchas cosas pueden salir "mal" y eso es lo lindo".

Para esta labor, Manuela tiene un compañero de lujo: “El trabajo con Iván sigue siendo de un aprendizaje enorme. Disfruto muchísimo escucharlo y ver desde dónde piensa la escena. Tiene una sensibilidad y una inteligencia escénica de otro planeta”.

“El mayor desafío está en el texto, en que lo que hagamos no se caiga en él. En abrazar fuerte todas las palabras y a la vez, producir algo más, para que suenen y se escuchen”, explica Manuela acerca de este poema teatral dividido en cuatro partes, cada una anunciada con un título por Patricia Casares, la música en escena.

Según indica la ciencia, algunos materiales tienen la capacidad de romperse sin casi deformarse. El cristal, el ladrillo o la cáscara de un huevo son algunos ejemplos que comparten la propiedad mecánica de ser frágiles, es decir, de fracturarse con poca deformación. Entre otros factores, la fragilidad está relacionada con la velocidad de propagación o crecimiento de grietas al interior de un material. Así, golpear un vidrio significaría fácilmente romperlo, pero -por lo contrario- llevada a otros terrenos, la fragilidad adquiere una connotación casi opuesta a la destrucción: ¿Qué sería del amor, de los vínculos y del teatro, claro, sin esa capacidad de mayor vulnerabilidad, sin la posibilidad de que un impacto genere la aparición de grietas? Su regreso está previsto para mayo de este año.