Compartimos una velada junto al actor argentino Martín Slipak, a quien ya podríamos entender como referente de esta joven generación de actores argentinos. Con un extenso currículum que abarca experiencias teatrales, cinematográficas y de televisión, desde Zibilia lo invitamos a hacer un repaso por su historia y hablar acerca de proyectos presentes y futuros.

Slipak empezó su trabajo como actor cuando apenas tenía ocho años. Cuando nos recibe, cuenta que anoche se acostó tarde a causa de un pequeño festejo de una serie en la que está participando y como están contentos con el resultado se juntaron, protocolos mediante, aclara, a celebrar. No puede contar mucho más porque firmó un contrato de confidencialidad que le impide revelar demasiados detalles pero, cuenta, se trata de la vida de un boxeador muy pero muy importante. Y otro dato: se trata de la serie mejor filmada en la que trabajó.

El requerimiento y la exigencia técnica de estos tiempos es muy grande y eso lo entusiasma. Pero en su vida hay mucho más. A lo largo de la casi hora en la que conversa con Zibilia, Slipak da cuenta de tantos proyectos que desarrolla en paralelo que es de no creer.

Actualmente, se lo puede ver interpretando un personaje en la serie de HBO Max, Días de gallo, Moro. “Es un hombre horrible. Me gustó interpretarlo porque no es el típico siniestro sino que está cubierto por esa capa más cool y detrás de todo eso hay abuso de poder. Pude agarrar a toda la gente cool que fui conociendo, esa gente que se toma mucho tiempo para contestar porque cree que es muy interesante lo que está diciendo,esas pausas eternas, y copiar esos detalles. La revancha que te da la actuación es que después podés usar todos esos gestos a favor del personaje”.

Mientras dura la charla, Slipak recibe mensajes encantadores de todo tipo. Corazones y halagos. “Soy bastante obsesivo, nervioso, ansioso”, muestra su costado crítico y así será durante toda la entrevista porque a él nada le alcanza y a pesar de haber estrenado su primer cortometraje, Celine, con la participación de Marilú Marini -disponible en Cine.ar-, de tener otro corto en posproducción, de tener su primera novela casi terminada y de estar en muchos proyectos a la vez, le parece que no, que podría hacer más cosas.

¿Más? A Slipak también se lo puede ver todos los domingos en la obra teatral documental Jauría. Reconstruye de alguna manera el juicio que se le hizo a un grupo de hombres que violó en manada a una joven de 18 años en Pamplona en 2016 en los festejos de San Fermín.

“La obra es una construcción dramatúrgica a partir de todos los testimonios reales, las declaraciones de todo el grupo de violadores, de la víctima, de los jueces, abogados. Por lo tanto, es muy particular el tono de la obra. Hay una elección grupal de no enfatizar, ni recargar, ni tampoco interpretar lo que se está diciendo sino que se vaya construyendo la trama a partir de los testimonios. Lo que se ve resulta bastante frío. La obra se para en otro lugar, en un lugar más incómodo"

"El público es el que reconstruye la historia y va generando una opinión de lo que escucha. No es una opinión impuesta por nosotros, no es obvia. Lo más interesante de la obra es que se genera una empatía con los victimarios. Claramente no por ser violadores sino porque están mucho más cerca de lo que uno cree. Por supuesto que tenemos nuestra opinión sobre lo aberrante que hicieron ellos pero a la hora de actuarlo elegimos no ponerlo en juego así es la gente la que construye opinión”.

Es una obra que revisa las masculinidades. Es una reflexión difícil porque saca a todos de la zona de confort, es incómoda “porque muestra pequeñas conductas y cómo forman parte de este sistema patriarcal. La obra también se ocupa de revisar a la justicia patriarcal y cómo en la mayoría de los casos es el hombre quien emite el juicio. En la obra se cuenta que el tribunal estaba compuesto por veinte hombres y ninguna mujer”.

También a Slipak se lo puede ver en una obra que fue filmada el año pasado, durante la pandemia, en el Teatro Cervantes. Se trata de La ilusión del rubio. No es teatro documental pero sí está basada en un hecho real: en la historia de la desaparición de Facundo Rivera Alegre en Córdoba Capital en 2012.

“Se trata de una desaparición en democracia, no tiene sentencia firme, la madre de Facundo no está conforme y siente que se tapó lo que sucedió. Es incómoda también porque habla de mucha gente que hoy sigue en el poder, de la policía, del mundo del cuarteto, de la política, de De la Sota, de mucha gente cercana a él que sigue en el poder hoy. El autor, Santiago San Paulo, toma lo que sería la voz de este chico desaparecido si se subiera a un escenario, qué diría. Esta voz fantasmal repasa sus últimos días”. Es un unipersonal dirigido por Gastón Marioni que está disponible en el canal de YouTube del teatro.