La conservación y difusión de cine argentino, sobre todo el de los comienzos, tiene una historia y un presente complicado. Pero aquellos que quieran iniciarse o profundizar en este mundo, pueden hacerlo gracias a plataformas como You tube, donde encontrarán completísimas listas de reproducción y fantásticas joyas nacionales, gracias a la generosidad de muchos usuarios. Para los nostálgicos, los curiosos y los que quieren aventurarse, aquí les recomendamos cinco títulos imperdibles de los comienzos de nuestra industria.

La Fuga (1937)

Era la película argentina favorita de Borges. El escritor encontraba allí un genuino material de cine de gangsters: delincuentes profesionales, policías implacables, brillantes escondidos, doble identidad y un amor redentor. "La fuga" es uno de los primeros films de Luis Saslavsky, cinéfilo pionero del país, que como director trabajó profundamente sobre la forma fílmica y trató de dar al cine local un aire universal, prestando atención al formato profesional de las películas de Hollywood.

En "La Fuga", Daniel Benítez, una figura del hampa porteña, se escapa de la policía hacia las tierras rurales de Entre Ríos. Allí cambia, gracias al azar, su nombre e identidad por la de un maestro de escuela. Aprendiendo el oficio, se adapta con gran dificultad a la vida del campo, donde el amor de una joven inocente lo seduce.

Mientras tanto en la ciudad, su antigua amante Cora, una cantante popular de tango, está atada a dos puntas entre su amor por Benítez y su relación con Robles, el jefe de policía, magníficamente interpretado por Francisco Petrone. Ella es el puente que, a través de un programa radial nocturno, transmite a su amor mensajes mediante las letras de tango, avisándole si puede o no regresar a la ciudad.

Una escena para prestar atención: La impecable Tita Merello en su última aparición con un vestido blanco, un micrófono urgente y un transmisor de radio en una habitación vacía. Ese modo de decir sus líneas, con un magistral manejo de las pausas.

Actúan: Tita Merello, Santiago Arrieta, Francisco Petrone, Niní Gambier

Besos Brujos (1937)

Es una de las tres películas de Agustín Ferreyra que hicieron popular a la actriz Libertad Lamarque. Las otras son "Ayúdame a vivir" y "La ley que olvidaron". Ferreyra fue un inmenso director de cine, que de muy joven dejó una carrera como escenógrafo del Colón para experimentar con el incipiente cine mudo local. De origen popular y con un gran trabajo autogestivo, fue un creador de nuevos espacios fílmicos y formas de montaje. "Besos Brujos" es la película en la que empieza a empujar la escena hacia fuera de lo urbano, tan instalado en el cine de la época, y se juega armar sets en locaciones naturales, entre maleza y corrientes de agua.

En este film, una joven cantante despechada toma una oferta para actuar en pueblo lejano, en un bar de mala muerte. Allí, es secuestrada por un estanciero poderoso, que la lleva prisionera a un rancho en medio de la selva, del que debe escapar a toda costa.

Una escena para prestar atención: El baño que Marga, el personaje de Lamarque, desnuda en el agua del río mientras canta. Su canto imanta al secuestrador, que la espía, furtivo en follaje. En retrospectiva evoca las escenas clásicas de faunos y de ninfas; hacia el futuro, anticipa las escenas eróticas de Isabel Sarli, dirigidas por Boo.

Actúan: Libertad Lamarque, Floren del Bene, Carlos Perelli

La Rubia del Camino (1938)

Cuando se piensa en el género road movie, se piensa en el cine de Hollywood de los 50 y 60 y en esa novela inaugural que fue "En el camino" de Jack Kerouac. La juventud, plena de rebeldía o de huida, se apoya en la extensión territorial de Estados Unidos para vivir las aventuras que trae la ruta. Es la inmensidad del paisaje, del país interminable, lo que condiciona el surgimiento del género.

Pero mucho antes, en la también extensa Argentina, el prolífico creador Manuel Romero nos regaló la película "La Rubia del camino". Una joven rica e insolente se escapa de una familia que quiere imponerle un estilo de vida. Curiosamente, se escapa en sentido inverso: la familia está vacacionando en Bariloche y ella huye de vuelta a su casa, en Buenos Aires, sola, y desafiando toda convención social. En el camino, encontrará un compañero de aventuras, un camionero buen mozo con el que vivirá todo tipo de andanzas. El contraste de clase y de costumbres hará crecer los límites de su mundo.

Una escena para prestar atención: Es encantador ver al personaje de Paulina Singerman, Betty, comiendo con la mano y dialogando con la boca llena en la cabina del camión, mientras atraviesa con su compañero los caminos rurales de la Argentina de los años 30.

Actúan : Paulina Singerman y Fernando Borel

La Vuelta al Nido (1938)

La vuelta al nido es un melodrama delicado y cotidiano. Una obra maestra de Leopoldo Torres Ríos que anticipa un cine por venir, con otra temporalidad y otros modos de afectar al espectador. La poesía emerge demorada de los planos y pide ser vista con detenimiento. En este film, un matrimonio consume su amor en rutinas de oficina, hijos y domesticidad. El erotismo se apaga, hasta que una misteriosa carta entra en juego para poner en movimiento una trama casi estática.

Una escena para prestar atención: Esa en la que la bellísima Amelia Bence despliega toda su potencia erótica, pasando con un deseo activo la vista sobre la nuca de su esposo, hasta alcanzar su deseo con la mano.

Actúan: Amelia Bence, José Gola

Los Martes Orquídeas (1941)

Este es el super clásico que lanzó a una jovencísima Mirtha Legrand, de apenas 14 años, como protagonista y estrella central de montones de películas. A pesar de los gags envejecidos de guión, que ya no logran hacernos reir, el ejercicio de revisitar esta película es interesante porque revela todavía la maquinaria frívola del matrimonio y los cálculos necesarios del amor, para conformar ciertas demandas sociales de las clases pudientes.

La protagonista de "Los martes orquídeas", Helenita, es una adolescente absorbida, como la gran Madam Bovary, por la lectura de novelas de amor que la confina en un mundo de fantasías. A diferencia de sus hermanas, todas muy ávidas para la conquista, ella no guarda ningún contacto con la realidad y su padre imagina que no podrá jamás conseguir casarla. Para eso, inventa a Efraín, un pretendiente que todos los martes le envía orquídeas a su casa. El artilugio está a punto de descubrirse y el padre contrata a un hombre en banca rota para que actúe del personaje acomodado que él creó para su hija. Entre los ocultamientos y los desvelos del amor, se desarrolla entonces toda la intriga, llena de pasos de comedia de enredos.

Una escena para prestar atención: La última escena, en la que Helenita levanta los ojos al cielo buscando lo imposible y sale de su boca un nombre que pone de cabeza la realidad.

Actúan: Mirtha Legrand, Juan Carlos Thorry