La muestra “Secretos compartidos”, es una antología que reúne una de las colecciones más importantes de arte argentino, desde los noventa hasta la actualidad. Se exhiben en distintas salas más de 150 trabajos realizados en soportes múltiples: pinturas sobre lienzo, dibujos sobre papel, técnicas mixtas, fotografía y escultura.

“Reunir obras a partir de una colección tan amplia permite nuevos cuestionamientos y distintos ángulos de experimentación -expresa Virginia Fabri-. Lo que en principio se realizó de forma puramente intuitiva, empezó a cobrar sentido al colgarse en las paredes. Mientras que en la sala Berni la selección giró en torno a los ejes: Naturaleza–Formas Geométricas, otra de las salas exhibe una selección basada en la línea y el dibujo. El resto de los espacios, exhibe obra donde se juega con las formas, el ritmo y el color. El resultado final del conjunto exhibido, se completa en la visión del espectador.”

El espectador podría preguntarse qué tiene en común la naturaleza (en este caso se trata de mayormente de árboles) con la geometría de las formas –tal es la combinación de obras en la sala Berni-. “La respuesta no es sencilla –acota Fabri”, pero está presente a través del número de oro, considerado por Leonardo Da Vinci como la medida de la belleza perfecta; una proporción matemática presente de distintas formas en la naturaleza; en el grosor de las ramas de un árbol o las nervaduras de las hojas; en la geometría de las formas, en las obras de arte o, también, en la proporción del cuerpo humano.”

Por su parte, Eduardo Stupía, aborda el tema del coleccionismo: “Así como hay quienes conciben la invención de la Enciclopedia como el triunfo de la razón en tiempos irracionales, puede pensarse que el coleccionismo – tanto el estatal y el institucional como el privado – adhiere a la loable, optimista vocación de preservar para las generaciones futuras los objetos que el mundo pondera como valiosos, trascendentes y fundamentales, salvándolos del desgaste y la acción destructiva del tiempo, la desidia, la indiferencia, el olvido, los cambios de paradigmas culturales y los conflictos terminales generados en gran medida por los protagonistas de ese mismo mundo.”

“El coleccionista individual –agrega Stupía-, desde el más calificado por algún determinado saber o vocación hasta el mero comprador asistemático de arte, más impredecible o espontáneo, es por definición, y por derecho justamente adquirido, arbitrario y hedonista, y la lógica de sus colecciones muchas veces revela los naturales altibajos y baches de quien elige según sus gustos, sus caprichos y, eventualmente, de acuerdo a contagios u opiniones ajenas, presuntamente expertas. No obstante es justamente éste tipo de comprador quien aporta quizás la mayor cuota de dinámica, fluidez y vitalidad a eso que se llama mercado, funcionando muchas veces como el verdadero motor de las economías del consumo artístico…” Por último, Stupía hace justicia con el coleccionista, cuya colección mantiene, en medio de la heterogeneidad de estilos, una calidad superlativa y pareja, construida con seriedad y conciencia histórica

Quiénes

Curador: Eduardo Stupía, Virginia Fabri //

Última fecha

mar

30

abril / 2019

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