El actor tucumano Sergio Prina es El motoarrebatador.

Agustín Toscano y, su socio creativo, Ezequiel Radusky se formaron en la Universidad Nacional de Tucumán, especializándose en teatro. En conjunto escribieron y dirigieron cinco obras y, luego, en el 2013 dieron su paso oficial al cine con la presentación de Los Dueños, protagonizada por Rosario Bléfari y Germán de Silva. Aquella historia, por la que recibieron la Mención Especial del Jurado en la sección La Semana de la Crítica del Festival de Cannes, ponía en tensión el roce de clases sociales cuando los empleados de una casa familiar ocupaban todas las habitaciones durante la ausencia de sus dueños. En El Motoarrebatador, segunda película de Toscano y primera en solitario, se despliega la temática de la inseguridad centrándose en el vínculo que forjan, a partir de un oportunismo, el arrebatador de una cartera y su víctima. El film se estrena el 7 de junio en 20 salas argentinas, después de su presentación en la 50 º Quincena de Realizadores del Festival de Cannes de este año. 

Hay una semilla que se mantiene en la filmografía de este joven director tucumano y es la propiedad privada. “¿De quién es? ¿para qué es? ¿cuándo se definió ese contrato? ¿por qué tendríamos que respetar un contrato? Las películas se juegan en ese borde de que la ley no se pregunta, sino que simplemente ejecuta. En la película se puede investigar un poco esto. Son temas conocidos como la usurpación”, comenta Toscano en la conferencia de prensa sobre el estreno de El motoarrebatador, brindada en la sala Mario Soffici de la DAC (Directores Argentinos Cinematográficos).

De hecho, lo más interesante de su última producción reside en el factor de que el protagonista no roba, sino que arrebata una identidad para poder limpiar un poco su conciencia del error cometido. De allí que se titule “el motoarrebatador” y no “el motochorro”. La historia indaga mucho más hondo que en el simplismo de representar las hazañas de un marginal para poder sobrevivir día tras día.

Contextualizada en la periferia de la ciudad de Tucumán, de dimensiones geográficas pequeñas y con alzas de superpoblación, la película gira en torno al dilema existencial que atraviesa Miguel (Sergio Prina) luego de arrebatarle violentamente la cartera a una señora que salía de un cajero automático.

La actriz Liliana Juárez interpreta a la víctima del motoarrebatador.

Este protagonista, caracterizado como un Iron Man del subdesarrollo, siempre estará acompañado de su moto, la cual funciona casi como una herramienta extensiva de su ser ya que le posibilita salir a obtener el mango, ir a buscar a su hijito a la escuela, así como le brinda un sentido de pertenencia y autoridad. Miguel, tras arrepentirse por la falta cometida, decide acercarse al hospital donde se encuentra internada Elena (Liliana Juárez), su víctima, para remediar sus actos. Para su sorpresa, la señora de aproximadamente unos sesenta años padece un cuadro de amnesia, consecuencia del impacto de su cuerpo contra la moto, y no recuerda nada de lo sucedido. Aprovechando esta situación, Miguel hará creer a Elena que es su inquilino y, así, comenzarán a desarrollar un vínculo fraterno que roza casi lo matrimonial.

El actor y la actriz principales de la película, también oriundos de Tucumán, ya habían trabajado previamente con Toscano en un conjunto de obras teatrales (como, por ejemplo, en La Verdadera Historia de Antonio) y en la película Los Dueños. Para el director, son los mejores actores argentinos. “Para mí, los más profesionales que conozco son ellos. Estudiaron y se licenciaron en la universidad. Yo los conocí en una academia de teatro que era universitaria. Los dos se esforzaron mucho por no empaparse de la técnica actoral más clásica, de la pronunciación correcta y la buena proyección de la voz, y se transformaron en unos sujetos que parecen más extraídos de la vida real que del cine”. 

Prina y Juárez, los mejores actores para el director Agustín Toscano.

La pareja Sergio Prina y Liliana Juárez es dinámica y atractiva por donde se la mire. El buen equilibrio entre los momentos de oscuridad, tensión y comedia se logran a la perfección a partir de líneas de diálogo que descolocan al espectador y le sacan una sonrisa.

Cada vez que se representa la problemática de la inseguridad en la pantalla grande, los espectadores estamos como casi a la expectativa de recibir imágenes que nos produzcan angustia y llanto. Sin embargo, muy por el contrario, la película de Toscano se aleja de convencionalismos y mecha conversaciones entre los personajes que se asemejan a frases almodovarianas (son memorables las secuencias en el hospital).

El Motoarrebatador es una producción liderada por las empresas Rizoma y Murillo Cine (ambas argentinas) y co-producida por Oriental Films (Uruguay), cuenta también con el apoyo del INCAA, ICAU, Programa Ibermedia y el Gobierno de Tucumán.

“Tanto Agustín y yo somos de Tucumán. Hicimos una gestión minuciosa y extensiva hasta de ir a tocar puertas por todos lados para conseguir el apoyo del gobierno de Tucumán. La verdad que, en su momento, no fue nada fácil aclarar a funcionarios que no es una apología del delito. Hicimos un trabajo muy fuerte con Agustín de entender cuál era la intención de la película, hacia dónde queríamos apuntar. Con mucha perseverancia y con mucha transparencia fuimos conquistando un poco todos esos espacios. No tan sólo por una cuestión de apoyo económico-financiera del Gobierno de Tucumán, sino también por los lugares complejos para filmar, como el penal de Villa Urquiza o el hospital”, comentaba Cecilia Salim, una de las productoras del film.

  • Agustín Toscano se formó en la Universidad Nacional de Tucumán y se especializó en teatro.
  • Toscano y Cecilia Salim, una de las productoras del film en la conferencia en la DAC:

 La película, realizada íntegramente en Tucumán, se ubica temporalmente en 2013, año en que se desarrollaron una serie de saqueos a almacenes y supermercados y donde se vivió un fuerte reclamo policial mediante huelgas y paros laborales.

Por otro lado, la película corrió el riesgo de ser mediáticamente perjudicada, luego, de que hace poco más de un año, haya salido la noticia de que en un set cinematográfico en el que se simulaba un saqueo, se coló un arrebatador que se apropió de un calefón y se lo llevó a su casa.

Escapando al bullying mediático y distanciándose de estereotipos sociales, El Motoarrebatador es una propuesta fresca e inteligente sobre el panorama actual de la provincia de Tucumán respecto de la problemática de la inseguridad. El director no castiga ni coloca un aire de redentor al delincuente, sino que muestra la situación como quien describe una radiografía. Será tarea de cada espectador completar los vacíos y adjudicarle un análisis subjetivo al contenido final.