Este edifcio de principios de siglo XX alberga en su interior algunas de las esculturas, muebles, pinturas, orfebrería y tapices más sutiles y valiosos del país.

En 1911, el matrimonio conformado por Josefina de Alvear y el diplomático chileno Matías Errázuriz le encargó al arquitecto René Sergent (1865-1927) la realización de su residencia sobre la Avenida del Libertador. El proyecto no repararía en gastos: afincados en Francia, la pareja no pensaba retornar a su antigua casa en el asolado barrio de Monserrat, que la epidemia de fiebre amarilla había evacuado, y estaba dispuesta a volcar toda su alcurnia en un nuevo palacio que a su regreso les recordara al país galo.

El apuntado para volver sólidas estas expectativas fue el cosmopolita Sergent, quien ya se ocupaba de la construcción del hoy Museo de Artes Decorativas de París y más tarde proyectaría las residencias de las familias Atucha y Bosch Alvear (hoy embajada de EE.UU.) y el palacio Sans Souci en San Fernando, entre otros suntuosos proyectos. Para éste, el arquitecto trabajaría con un selecto grupo de diseñadores, decoradores y paisajistas, así como con artesanos extranjeros familiarizados con las técnicas de construcción requeridas. Todos los materiales, excepto la mampostería gruesa, fueron traídos de Europa para su directa colocación en la obra.

El resultado, luego de seis años de trabajo, fue un palacio de estilo neoclásico francés que a su vez se volvió un baluarte del eclecticismo porteño. Del otro lado de su gran portón de hierro forjado se encontraba la residencia de 4000 metros cuadrados y cuatro niveles, preparado para alojar al matrimonio Errázuriz Alvear con sus dos hijos y a otras treinta personas de servicio.

Veinte años después, en 1937, el Estado decidió adquirir la residencia que se encontraba en sucesión junto con su valioso mobiliario y atesorarlos como Museo Nacional. Así, este edificio que había sido una de las más sofisticadas expresiones de opulencia de la aristocracia argentina en los albores del siglo XX pasó al dominio público. En 2016, celebrando su centenario, el Museo fue profundamente restaurado para conservar su esplendor original.

Su colección permanente incluye espejos, porcelanas, vidrios, pinturas y tapices europeos y orientales de los siglos XIV al XX; obras de El Greco, Corot, Fragonard, Manet, Boudin y Fantin Latour; dormitorios completos, jardines, cúpulas y esculturas. A más de cien años de su construcción, adentrarse en sus grandes salones -con sus cortinas, arañas y candelabros todavía brillantes- permite atestiguar una parte puntillosa y esmerada de nuestro pasado reciente.

Última fecha

dom

30

diciembre / 2018

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