Nelson Pereira dos Santos encontró en el interior del Nordeste, en la novela Vidas secas, de Graciliano Ramos, y en la obra plástica de Cándido Portinari, los referentes para la realización de la que sería una de las mejores películas de la historia del cine brasileño y uno de los marcos referenciales del cinema novo. La novela de Graciliano Ramos se constituía para el cineasta como un adecuado medio de expresión de lo que podría ser una cultura auténticamente brasileña, así como un poderoso factor de cuestionamiento de las realidades sociales del país. Narra la historia de una familia –Fabiano, su mujer, la sinhá Vitória, y sus dos hijos– en el sertao de los años cuarenta. Tanto los escenarios naturales como la fotografía, la interpretación de los actores o la banda sonora subrayan la perspectiva realista adoptada. La escenografía cede su lugar a un paisaje marcado por la sequía y el sol abrasador. Texto de Maria Alzira Brum.

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vie

3

febrero / 2017

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