Sobre esta exposición que reúne más de treinta parejas de artistas, Carlos Barbarito ha escrito: Hombre y mujer, en la Alquimia, son también, y sobre todo, figuras, ideas. Ya sea en presencia real o ideal, al hombre debe, siempre, acompañarlo lo femenino para llevar a cabo la obra. Porque sin esa presencia o cualidad faltaría un elemento erótico esencial: el vértigo o éxtasis; sin ello no hay puente posible entre el maestro y la naturaleza –que es femenina-, al no existir esa intermediación no hay quien otorgue la llave, las herramientas que únicamente lo femenino es capaz de purificar, impregnar de bondad. Esto bien lo sabían Cavalcanti y Dante, ellos, entre otros, sabían del matrimonio místico. No son tiempos, hace mucho, de bodas místicas delante de atanores. Sobre esas ceremonias cayó con su gran peso el olvido. Pero no se trata de un olvido completo; quedan resabios de ellas en el arte. Y, en esta muestra que tiene lugar en una esquina de un barrio de Buenos Aires, al llamar a parejas de artistas para que aporten sus obras, de algún modo, lo antiguo y casi perdido se convierte en arcano recobrado. Imagino a ambos operadores, artistas en este caso, laborando sumergidos. Sólo cuando obtienen la obra emergen, ponen pie en lo seco – como dice un antiguo tratado-. Porque sólo el fruto de sus operaciones, la obra, es capaz de liberarlos de las aguas. Al escribir esto, pienso en los pescadores de perlas que, desnudos, se aventuran al abismo y, luego de contener la respiración hasta el límite, reaparecen con el tesoro.

Última fecha

vie

4

abril / 2014

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