El cuerpo femenino es el punto de partida y el pretexto para una visión poliédrica, caleidoscópica, donde convergen y se multiplican las miradas.

En su recorrido, estas imágenes no sólo revelan un evidente goce por el oficio de pintar, sino también dejan entrever una propuesta esencial: la de jugar con el sitial del autor, desglosar su punto de vista único y barajarlo hasta confundirlo.

Asistimos así a un despliegue de efigies, a un rompecabezas donde se mezclan las distintas autorías.

La muestra la integran los trabajos de Marcela González, Verónica Peña Muñoz, Ana Rabini y Salvador Malenchini. Verónica se vale de la espátula para construir figuras que parecen paisajes, donde lo gestual y lo insinuado, la superposición y el amalgamiento terminan por conformar el cuerpo que los habita. En Ana los colores vibrantes contornean la piel, la salpican, la invaden, y la tela en crudo se manifiesta, actuando tanto como el resto de la paleta. Marcela trabaja fondos y figuras con un vaivén de mareas, un despliegue oceánico de donde emergen pinceladas sinuosas de contorno y sombras, en una danza estática. Salvador propone colores saturados y siluetas precisas, con cierta constante hacia el corte y el primer plano, poniendo en apuros al formato o el soporte.

A través del cruce de estos protagonistas, y como en un eco de su título, la muestra se torna lúdica, desprendiendo una clara consecuencia: si el juego, tal como lo define Huizinga, es una acción que se desarrolla dentro de ciertos límites de tiempo, espacio y sentido, en un orden visible, según reglas libremente aceptadas y fuera de la esfera de la utilidad o de la necesidad materiales, el espectador entonces es el estratega esencial, epicentro de este cruce de miradas y testigo privilegiado. Para él entonces es este despliegue. Sólo resta disfrutarlo.

Quiénes

Artistas: Ana Rabini, Verónica Peña Muñoz, Salvador Malenchini, Marcela Gonzalez //

Última fecha

dom

6

noviembre / 2016

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