Sobre la muestra de Romina Orazi, Jorge Zuzulich ha expresado: "La naturaleza de la isla sirve, a menudo, como soporte para la implantación de diversos dispositivos técnicos que le dan sentido a su presencia, los cuales operan sobre los cuerpos de quienes la habitan. Baste como ejemplo La invención de Morel, de Bioy Casares o En la colonia penitenciaria, de Franz Kafka. Espacios capturadores de la existencia de donde es necesario escaparse o de donde jamás se podrá salir.
En tal sentido, la obra de Romina Orazi pone en evidencia el dispositivo que subyace a toda naturalización, a partir de aquello que Nietzsche llamó el gran poder falsificador del arte. Asumiendo su posicionamiento desde una perspectiva duchampiana, Orazi también cuestiona los presupuestos que sostienen el entramado del propio mundo del arte, haciendo blanco en su punto medular: la originalidad. A la vez, la artista despliega aristas vinculadas al contexto sociopolítico inmediato en donde la delimitación entre lo estético y lo político se configura a partir de la tensión."