Los años del realismo socialista no fueron propicios para el documentalista Dziga Vertov, que con su documental experimental El hombre de la cámara había despertado acusaciones de formalismo. Los diez años de la muerte de Lenin le dieron la excusa perfecta para elaborar una nueva obra maestra de montaje, sin correr el riesgo de caer en desgracia. Tomando como base tres canciones folklóricas de Asia Central sobre el líder bolchevique y reuniendo los pocos minutos de material de archivo que existían filmados con él, Vertov llevó al extremo sus propias teorías sobre el montaje, en contrapunto rítmico con la música. Como escribe el historiador Jay Leyda, “El depender de las canciones determinó el tono emocional de la película, un nuevo tono no tanto para Vertov como para la forma cinematográfica documental de todo el mundo”.

Última fecha

dom

30

septiembre / 2018

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