La exhibición con la que el Museo Sívori reabrió sus puertas luego de profundas remodelaciones enlaza núcleos narrativos que se vinculan a la representación de la tierra como lugar de pertenencia y disputa. A través de dos grandes nodos: caos (Sala A) y germen (Sala B) se despliegan alrededor de 130 piezas de la Colección Sívori que abarcan un horizonte temporal: desde los primeros años del siglo XX hasta el presente.

Acontecimientos históricos a nivel global como la resistencia durante la Guerra Civil Española (1936-1939) y los albores de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) definen el conjunto de obras de la primera matriz conceptual: caos. La llamada “Década Infame” y la crisis reinante en aquellos años ponen en primer plano las voces de los trabajadores, los sistemas de arrendamiento rural junto a sus protagonistas, los colonos inmigrantes y los pueblos originarios que han sido desterrados.

La segunda matriz conceptual, germen, expone un origen, el nacimiento de aquello que está en proceso de transformación. La materialidad clásica del conjunto de cabezas de niños de los artistas Agustín Riganelli, Carolina Álvarez Prado, Alberto Lagos y Pedro Tenti se vuelve un contrapunto de los elementos matéricos informales en las piezas Círculo en gris de Clorindo Testa y Entraña terrenal de Noemí Di Benedetto. En este sentido, las transformaciones de la ciudad entre los años 30 y 60 se amplían, emergen los suburbios y el barrio se articula como el germen de la vida social, visible en la película Buenos Aires (1958) de David Kohon.

Esta relación vinculante entre los dos matrices, caos y germen, como bien ha planteado en relación a la pintura el filósofo Giles Deleuze, es diagramática, manual y comporta una manera de observar el mundo donde ambas instancias son indisociables. Donde la catástrofe sin un origen o un origen sin un desequilibrio son inimaginables.

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dom

3

diciembre / 2017

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