¿Qué desintegramos? ¿Unas escenas? ¿Un relato? ¿Un modelo de representación? ¿Ese modelo sería el Realismo? ¿Qué Realismo? ¿Qué es el Realismo?

Nuestro trabajo nos inclina a pensar que el objeto de la desintegración no es simplemente un tipo de representación, sino algo más profundo. Creemos que nuestra mirada está condicionada por un complejo sistema perceptivo, oculto detrás de aquello que vemos. El sistema le otorga mecanismos de edición y clasificación a la mirada, la adiestra.

Durante nuestra investigación, hemos llamado Realismo por Default (por defecto) al modelo de representación producto de ese sistema. Este tiene como capacidad generar la ilusión de imitar la realidad (como si existiera algo que pudiéramos llamar “realidad”), conteniéndola en una forma cerrada, decodificable y convencional. Se nos presenta comprensible, pero esconde una cantidad de variables que funcionan integradas, generando sentidos únicos y clausurados. Con Prueba II: La desintegración, operamos atentados sobre las variables que integran este modelo, buscando su desintegración. El Realismo por Default resulta un material más, representante de ese sistema perceptivo, forjado con siglos de producción simbólica. La escena que en principio encontramos comprensible es atentada progresivamente, desarticulada, desfasada.

No buscamos únicamente una experimentación de lo escénico, sino también un experimento de la recepción. Ante la falla, ante la ruptura del orden, los tiempos y las correspondencias, ¿qué vemos? Creemos que el ojo, adiestrado al reconocimiento, es obligado, en cambio, a la visión. La imposibilidad del relato aristotélico propicia la emergencia de otro relato, un relato por sedimentación. Los progresivos atentados acumulan un residual que desborda la escena.
ALGO EMPIEZA A VIBRAR. NO SE TRATA DE LO QUE SE VE, SINO DE LO QUE RESUENA.

Última fecha

sáb

28

octubre / 2017

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