Sobre la instalación de Fernando Brizuela y Andrés Toro, Carla Ríos ha escrito: "Socios en el lenguaje, la cabalgata de las Valkirias resuena a la hora de pensar en estos trabajos de Fernando Brizuela y Andrés Toro. Se ve algo entre los Cielos de Bony y el Triunfo de la Muerte de Brueghel. ¿Cielos manchados de sangre blanca? ¿Aviones conducidos por la muerte? Wagner vuelve a sonar. Un vaivén confuso entre referencias, con sonido a guerra moderna...

Andrés Toro siempre trabajó con un vocabulario socarrón: un soldado apuntando a una figura mítica, un boxeador peleando con su sombra. El trazo abandonó sus trabajos y la ironía siempre formó parte de su producción artística.Cielito lindo" es una serie donde la línea hace una tímida aparición, las nubes en esos cielos están hechas con lavandina colocada con esponja. Es un saber común que la lavandina se mueve a gusto sobre la tela. Un punto blanco se convierte en un cráter blanco en cuestión de horas. En este caso, la línea es planteada sabiendo que se va a expandir y que su forma final no depende de la mano del artista. Pintadas sobre un trapo de piso, estas nubes colgadas una al lado de la otra crean un 3D extremo por el contenido y no por sus efectos visuales. Los trapos están limpios, pero remiten a la suciedad. El cielo diá fano, nublado, con rayos o centellas, ya se encuentra sucio de tanta figura poderosa habitándolo y creando dictaduras divinas. Un cielo limpio que huele a mugre...

Fernando Brizuela trabaja hace tiempo sobre la cuestión de la violencia. La serie Gaza son acuarelas sobre papel que toman como excusa el género del paisaje para representar el uso de armamentos prohibidos durante la invasión, en el año 2008, del ejército israelí a la Franja de Gaza. De lejos un paisaje simpático, de cerca máquinas de matar. Estas acuarelas denotan el temor y la impotencia que provocan en él el uso de estas herramientas ilegales. En los presentes trabajos la violencia toma una forma agresiva de lejos y de cerca. El Palais de Glace es invadido por aviones de guerra conducidos por esqueletos, una horda de jinetes de la muerte galopando a un ritmo invisible amenaza la paz de la sala. Sus bombas manchan un firmamento que ya es habitado por infinitos dioses en medio de una batalla maléfica. Un cielo convertido en infierno.

Última fecha

lun

8

diciembre / 2014

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