El presente taller busca conectar y/o analizar escrituras en el marco de un género específico, la novela, en este caso poniendo especial énfasis en su comienzo: el capítulo de apertura.

Más que cualquier otra forma el relato novelesco funciona por seducción, por encanto. Lo que una novela bien ejecutada produce es un fenómeno de inmersión: el lector de novelas quiere sobre todo sumergirse en el mundo que la historia propone y, así sumergido, dejarse llevar.

Pero para que este fenómeno de atracción se produzca es necesario propiciar la atmósfera, circunscribir un espacio, mostrar (algunos) de los elementos que la trama irá posteriormente desarrollando. En gran medida el capitulo que abre una novela propone este juego de presentación. Sin una presentación adecuada el encanto se rompe, y si el encanto se rompe… el interés se esfuma como por arte de magia.

¿Es el capítulo inicial lo primero que se escribe o es el resultado de la organización posterior de la trama? ¿Qué contar (y que no contar) en ese inicio? ¿Sugerir o señalar el horizonte de la historia por venir? ¿Es el capítulo de inicio la puesta a punto de las reglas del juego novelesco o su valor radica en ser documento de la fe del novelista por el mundo que ha creado?

Estas son algunas de las preguntas a las que el presente taller se asoma con respeto, pero sin titubear. De igual formas y como en otras oportunidades, junto al seguimiento de los proyectos que aborden los integrantes del taller y la selección de capítulos de apertura de novelas (a definir), se propondrá un texto como eje de lectura a lo largo de los encuentros. En esta oportunidad “David Copperfield” de Charles Dickens.

Última fecha

dom

31

julio / 2016

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