Damián Linossi (Córdoba, 1985), retoma la arquitectura de las columnas Morris, dispositivos de mediados del siglo XIX que eran empleados en Europa para concentrar la publicidad callejera y evitar la dispersión de afiches por la ciudad.

Las columnas fueron el soporte para la promoción del teatro y el cine, y se popularizaron en Occidente hasta caer en desuso y convertirse en ruinas urbanas o monumentos de una cultura visual en decadencia frente al ascenso de los medios de masas en el siglo XX.

Este dispositivo público de exhibición se convierte aquí en soporte para la producción pictórica del artista, una suerte de espacio individual de galería.

El afiche -precario, perecedero, volátil- es reemplazado por superposiciones de capas de pinturas al óleo pensadas, paradójicamente, para sobrevivir al artista y ser atesoradas.

Aquí, por el contrario, salen a la esfera pública mediante un dispositivo que las vuelve frágiles al ignorar el famoso imperativo de “no tocar” que define el tránsito en las exposiciones.

Las obras son simbólicamente abandonadas por su creador para quedar a merced de los transeúntes y su deseo bajo la permisión implícita de llevárselas, alterarlas, o incluso vandalizarlas.

En tiempos de amplios cuestionamientos acerca del sistema socioeconómico imperante, esta obra discute con la cultura visual que le corresponde y abre preguntas acerca del rol de la imagen y del arte en la esfera pública y también de las nociones de propiedad intelectual y material.

Quiénes

Artistas: Damián Linossi // Curador: Liliana Piñeiro //

Última fecha

dom

27

febrero / 2022

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