Pictórica, super pictórica, Luciana Malfatti trabaja su obra desde el más puro medio artístico, materialidad, color, percepción visual y táctil. Clement Greenberg la amaría, aunque, indudablemente contemporánea, la artista no deja de transitar caminos artísticos que el bueno de Clement hubiera considerado impuros. Su obra textil e instalacional, sus intervenciones espaciales que apelan a la relación obra-cuerpo del espectador, dieron lugar a una etapa actual en la que Luciana explora lo puramente pictórico desde el costado más esencialista y matérico. La tela, incluso su estadío anterior al textil (el algodón en su fase primaria), así como los pigmentos o incluso las tinturas como la anilina, son hoy el discurso artístico sobre el que Luciana construye su lugar en el arte.

Pero el elemento que más habla hoy en su producción es el color. El color y sus posibles cuerpos (sólido, líquido y lo translúcido como metáfora de lo gaseoso), la luz que juega con ellos, los atraviesa, los funde y los licúa; el color y su capacidad conductiva de emociones sobre patrones culturales; la percepción y sus juegos de acercar, alejar, hacer vibrar o hundir todo por medio del color –o de algunos colores y sus gradaciones- todo esto es el acervo con el que Malfatti experimenta y trabaja absorta sobre la mesa hoy, ahora. Y que nos devuelve luego en forma de artefactos artísticos con el don de generar estados perceptivos inconscientes, estados trascendentes impulsados por la esencialidad de estas obras. Esencialidad de esencia, de cosa misma, de belleza perfecta de lo aún no creado, ese instante fugaz y sutil, mínimo, en el que todo se reduce a un tornasolado, a un coro polifónico de colores suaves, a un rayo de luz que atraviesa la materia y da cuenta de lo impalpable, lo felizmente efímero que puede ser todo.

Trayendo el eco de ciertos rasgos de la estética medieval (los estados trascendentes de la luz y del color como vehículos de la gloria divina) pero con los pies fuertemente puestos en la abstracción expresionista y la cabeza en su medio, el del arte contemporáneo, Luciana Malfatti revuelve potes de colores y sumerge telas y algodones en tinturas como una alquimista que busca trasmutar la materia en sensaciones y paseos espirituales.

Última fecha

mar

30

junio / 2015

También te puede interesar