La misa criolla de Ariel Ramírez cumple 50 años. Se grabó en 1964 y se publicó como disco un año después, en la cara A de un long play que también contenía la obra Navidad nuestra.
Quizás haya sido la novedad de su versión sudamericana, con ritmos folklóricos de la Argentina y Bolivia (yaraví, chacarera, estilo, vidala, baguala), lo que en una primera instancia le dio esa transcendencia fuera de los ámbitos religiosos, donde se solían escuchar las misas corales escritas por compositores europeos, de Machaut y Palestrina (en los siglos XIV y XVI, respectivamente) hasta las misas barrocas de Monteverdi, Bach y Purcell, entre otros.
En un principio, Ariel Ramírez no pensó en componer una misa sino una obra que estuviera inspirada en la vocación de dos monjas que había conocido en Europa. Luego, el encuentro del músico con un amigo de juventud, que se convirtió en sacerdote católico, y el clima posconciliar de mediados de la década del sesenta, con la posibilidad de celebrar la liturgia en castellano, terminaron de darle forma a la idea de una misa, a la manera criolla.