La sala funciona como un gran dispositivo. Cada obra tiene una serie de instructivos que hacen a la construcción de un recorrido a modo de rito. Es un rito de transición en el tiempo. La acción presente (poner el cuerpo) de recorrer las obras, que están seleccionadas por su tinte melancólico (pasado), funcionan como la posibilidad de asir el tiempo y así poder concebir un futuro. Es decir, el recorrido de la muestra funciona como una máquina del tiempo que no avanza ni retrocede sino que se detiene a observar el tiempo. Durante el recorrido se tensa los vínculos de la muestra con el pasado personal.

El futuro solo es asible desde un pensar, re pensar, revisar, volver e integrar el pasado. El presente es el instante en que las fronteras de pasado y futuro se desarman. En cada instante se nos repliegan todos nuestros pasados por sobre nuestro cuerpo. Cada llanto es nuestro primer llanto y también contiene todos nuestros llantos anteriores. Nuestro llanto también aparece en referencia al encuentro de nuestra percepción con la de los otros. Entonces, un llanto contiene todos nuestros llantos del pasado, los llantos de lo que el otro nos replica y significa. Y en cada uno de estos pliegues reside la potencia para nuestro encuentro con el futuro. Instante es el límite que separa pasado del futuro, nunca nadie lo percibe; cuando creemos sorprenderlo, ya está lejos de nosotros, dice Bergson. Los instantes, entonces, son pliegues que contienen pasado, presente y guardan la potencia del porvenir. Para poblar el presente y hacer posible el futuro es necesario desdoblar los pliegues, mirarlos, olerlos, tocarlos, aferrarse a ellos y empezar a habitarlos. Tomar un pliegue, recorrerlo y volver a plegarlo.

Quiénes

Artistas: Paula Aparicio, Ariela Bergman, Cecilia Huberman, Laura Preger, Gonzalo Silva // Curador: Tam Painé Ciai //

Última fecha

dom

31

julio / 2016

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