Flavia Da Rin comenzó a desarrollar su obra en la época del cambio de milenio, un momento de efervescencia tecnológica en el que la realidad virtual, los chats, las selfies y los avatares empezaban a dinamizar la manera de pensar la identidad y las formas de representación de uno mismo, volviéndolas un sistema mucho más fluido y mutable que en el siglo anterior. Por medio de la manipulación y del retoque digital, Da Rin fusiona autorretratos con escenas complejas, cargadas de expresividad. Con estas herramientas, la artista transita diversos temas a lo largo de veinte años de carrera y se pone en la piel de numerosos personajes. En una característica serie producida entre 2004 y 2007, con los ojos gigantes, la piel tersa y el pelo brillante propios de la imagen publicitaria y del animé, investiga la representación de la feminidad y sus estereotipos sociales contemporáneos, por ejemplo la young girl (mujer adolescente o joven) como un modelo de consumidor exacerbado. Algunos años más tarde, en Sin título -Rapada (2009) evoca a la diva pop exprimida por el mercado; chicas que llegan a la cumbre tan rápido que se estrellan y, en un ataque nervioso, se cortan el pelo en un acto iconoclasta hacia sí mismas que no detiene el acoso de los paparazzis a la caza de su imagen. El trabajo de Flavia Da Rin también reflexiona sobre el proceso creativo artístico y los rituales sociales del mundo del arte en series como Una fiesta para sacudirse el terror del mundo (2011) y El misterio del niño muerto (2009), donde encarna a todos los personajes de un funeral para representar la muerte simbólica de una obra de arte cuando abandona el taller de la artista e ingresa en el circuito comercial. Más adelante en su carrera, la mirada de Da Rin se desplaza del presente al pasado para rendir un homenaje a artistas que han quedado fuera del canon de la historia del arte. Se trata de la serie Terpsícore entreguerras (2014), en la que recrea fotografías documentales de bailarinas vanguardistas de principios del siglo XX que revolucionaron el lenguaje del cuerpo y sentaron las bases del arte contemporáneo. Esta revisión histórica del trabajo de la mujer en el mundo del arte continúa en “Burdens of life” (2016) y en “Autorretrato” (2016), en las que se ocupa de reflexionar sobre la difícil compatibilidad entre las exigencias de la maternidad y las demandas de una carrera artística. Sus obras despliegan un catálogo de emociones encarnado en los rostros de chicas que son, a la vez, ella misma. Son imágenes cuya fuerza está en la tensión entre la personalidad y el estereotipo, entre lo propio y lo universal, entre lo real y lo virtual, donde resuenan las preguntas: “¿Quién quisiera ser? ¿En qué imagen o emoción me puedo convertir? ¿Quiénes están allí dentro de mí, conformándome? ¿Existe, en último término, algo así como un verdadero yo? Y, en definitiva, ¿quién necesita ser unx mismx cuando se puede ser tantxs otrxs?”. Da Rin es la directora, la escenógrafa y la montajista de su propio trabajo. Aunque recurre a la ficción y modifica su imagen hasta quedar muchas veces irreconocible, su obra es fuertemente autobiográfica: en ella recorre emociones y reflexiones que la acompañan en distintos momentos de su vida. Como una nativa digital, Flavia Da Rin investiga la posibilidad de devenir infinitamente otra. En cada cambio de piel construye un juego donde la subjetividad se despliega, transformada en una imagen que transporta deseos y fantasías para renovar las licencias de lo que se puede ser.

Quiénes

Artistas: Flavia Da Rin //

Última fecha

dom

6

octubre / 2019

También te puede interesar