La singularidad de la poesía de Graciela Aráoz reside en la fuerza de su mirada. Espacio sin concesiones, donde transita una rara intensidad; esa que no se ahorra desolladura alguna. Graciela se aventura, sin miedo aparente en los bosques del desorden y la pasión. O, entre tierra y cielo, juega a una rayuela de lo más peligrosa. Aráoz es alguien que viene de los grandes espacios, por eso sabe tanto de horizontes y de soledad. También de utopías y vientos radicales. La paradoja es que al mismo tiempo la acosa la consecución de la armonía. A los protagosnistas de este tramo de su vida los capta en sus actos esenciales, para devolverles, generosa y aunque duela, estatura de símbolos. El día tamiza en su poesía un ramito de esencias, donde transcurre, obstinada, la vida con sus pasarelas, entre misterios, ideales, torbellinos inclementes, algún remanso y cierto secreto fulgor. Sabe con Olga Orozco que la "oscuridad es otro sol.CCEBA Sede Florida 943

Última fecha

mar

18

septiembre / 2012

También te puede interesar