Los domingos a la tarde tienen algo en común con la filosofía: la angustia que generan las preguntas sin respuestas. Pero… ¿podemos huir del bajón dominguero?
Hacer filosofía de domingo es abrirle paso a todas esas preguntas existenciales, permitirnos tambalear por un rato y así, en lugar de escapar de la angustia, tal vez resignificarla en un acto emancipatorio.
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