Gracias a sus programas de televisión transmitidos por el primitivo canal 7 y su famoso libro de recetas, Doña Petrona C- de Gandulfo había creado una Argentina propia con una fuerte ideología delirante que tenía toda la intención de propulsar a las clases modestas a los más altos niveles de la abundancia y riqueza culinaria. Impulsada por la compañía promotora de cocinas a gas, la cocinera encuentra un trampolín para explayar su mundo de imágenes y recetas. En casi todos los hogares argentinos de los años 50 la biblia reposteril y salada de la tucumana maestra cocinera dictaba la ley de las cacerolas y los hornos. Es difícil imaginar cuál atareada ama de casa de aquella época encontraba el tiempo para realizar una torta costurero o almohadón colombiano, pasando por un barco o una calesita. No importaba mucho si eran imágenes inalcanzables a base de recetas caras con una profusión de ingredientes que eran seguramente un atentado al bolsillo y al colesterol. Un bizcochuelo de treinta huevos prometía una dificultad digestiva y económica de envergadura. Pero el sueño no tiene precio. Petrona proponía, a través de sus páginas y sus programas, soñar. Soñar que el ama de casa argentina podía transformar el cotidiano en un mundo fantástico, lejos de la pobreza que acechaba a las clases menos favorecidas.Escrita, dirigida y protagonizada por Alfredo Arias, Comedia Repostera recorre los meandros del mundo infantil del autor con los conflictos familiares que tuvo que vivir y ese doctorado utópico que proponían las inesperadas reposterías de Petrona. Alejandra Radano presta su gracia para la evocación de la diva del horno y las cacerolas.

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dom

3

mayo / 2015

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