Artistas como Mallarmé o Haroldo de Campos exploraron la poesía visual al emancipar su obra de las trampas de la racionalidad excesiva. Esa misma estrategia es la que aplica Di Rienzo en Ciclorama, aunque no se trate de palabras, sino de liberación de lenguaje. Su trabajo no se limita a la realidad tangible, y a medida que corremos los límites que ella misma nos propone como flexibles, nos inicia en un rito. La lógica se transforma, y el tiempo se relativiza al punto de desaparecer en un muro que lejos de ser una frontera, actúa como un portal hacia el universo dirienzano. Ciclorama articula dentro del espacio una constelación de ideas que tienen como punto de apoyo el tiempo. Como si fuese un poema visual, se despliega en la galería y libera a las imágenes de cualquier estructura sintáctica. Un conjuro visual que en lugar de palabras, usa imágenes para hechizar y transformar al espectador en el centro de su rito, su paraíso, su obra.

Última fecha

mié

30

junio / 2021

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