Un nuevo recorrido por el arte latinoamericano del siglo XX a partir de las obras emblemáticas del patrimonio del museo. La exposición reúne 230 piezas de más de 200 artistas y destaca la riqueza artística y cultural del período moderno en América Latina, uno de los mejor representados en la Colección Malba.  Dividida en siete núcleos temáticos, la nueva puesta presenta un recorrido cronológico por las diferentes experiencias artísticas realizadas en la región desde los inicios de la modernidad, a principios del siglo XX, hasta el surgimiento del arte conceptual y político en los años 70. Se exhiben importantes artistas latinoamericanos como Xul Solar, David Alfaro Siqueiros, Emilio Pettoruti, Rafael Barradas, Pedro Figari, Joaquín Torres-García, Frida Kahlo, Diego Rivera, Wifredo Lam, María Martins, Antonio Berni, Fernando Botero, Hélio Oiticica, Lygia Clark, Lidy Prati, Jesús Rafael Soto, Lucio Fontana, Jorge de la Vega y Alicia Penalba, entre otros. Entre las novedades, se destaca la presencia de Baile en Tehuantepec (1928) de Diego Rivera, considerada la obra más importante del maestro mexicano en una colección privada (comodato de Eduardo F. Costantini); la exhibición del conjunto de pinturas de Xul Solar, el grupo más significativo del artista en una colección pública por fuera del Museo Xul Solar; además de la presentación por primera vez en nuestro país de Formes volantes (Hakone, Ponente) (ca. 1969-76), importante obra de Alicia Penalba donada al museo por el Archivo Penaba en 2017. Luego de varios años, se volverán a ver piezas claves como Mujeres con frutas (1932) de Emiliano Di Cavalcanti, El viudo (1968) de Fernando Botero y los artistas de la Nueva Figuración (Deira, Noé, De la Vega y Macció), además de una mayor representación de los artistas concretos entre los cuales se incluye a Rothfuss, Arden Quin y Vardánega; y los cinéticos como Boto, Palatnik y Le Parc. El mural de Antonio Berni, Mercado colla o Mercado del altiplano, (c. 1936) -único fresco buono de temática indigenista que se conserva del gran maestro argentino, incorporado a la Colección Malba en 2013 gracias al Comité de Adquisiciones- se integra a la nueva exposición junto con otras obras de períodos clave de la producción del artista como Susana y el viejo (1931), La puerta abierta (1932); Manifestación (1934), La mujer del sweater rojo (1935); La gran tentación (1962), El pájaro amenazador (1965) y Chelsea Hotel (1977) de su etapa en Nueva York, entre otras. Las obras fueron elegidas entre las 600 que hoy integran el acervo del museo, teniendo en cuenta su relevancia para la historia del arte de la región y su proyección internacional. La selección estuvo a cargo de Victoria Giraudo –Jefa de Curaduría– en un fluido diálogo con Eduardo F. Costantini  –fundador y Presidente del museo– y con el coleccionista Ricardo Esteves, asesor para la adquisición de las piezas fundacionales del Malba. Recorrido La exposición comienza con la noción de vanguardia en relación con la identidad propia de Latinoamérica y las mixturas producidas en las diferentes modernidades (negritudes, indigenismos, migraciones, politizaciones). Continúa con las variantes del surrealismo y el realismo mágico, seguidas por las propuestas del arte abstracto y concreto –que en muchos casos se superponen cronológicamente–, para llegar a fines de los años 50 a los inicios del arte contemporáneo, con las producciones localistas de los artistas neoconcretos y las internacionalistas en torno al arte óptico y cinético. En otra sala, se contraponen a lo anterior las abstracciones libres, el informalismo, las caligrafías de espíritu zen y el espacialismo; están representadas también las Nuevas Figuraciones, las propuestas conceptuales en torno a la desmaterizalización del objeto artístico y la psicodelia, con su versión tropicalista. A modo de final abierto, desde mediados de los 60 y en el contexto de las diferentes dictaduras en la región, se hace evidente el auge del arte conceptual de componente político y las múltiples alternativas de resistencia a los discursos hegemónicos en un giro decolonial. Queda configurado así un panorama complejo y diverso en el que las corrientes vernáculas y foráneas se entremezclan e hibridan, abriendo un campo fértil para una serie de experiencias que son fundamentales para entender la cultura del siglo XX.

Última fecha

dom

30

diciembre / 2018

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