58 cuerpos que son bellos porque son cuerpos.

Esa belleza nacerá, si es el caso, a través de la forma en que el tiempo y el esfuerzo operan sobre esos 58 cuerpos, del modo en que aquellos se imprimen en sus pieles y de los rastros que les dejan, pero nunca del disciplinamiento que el mercado de consumo intenta imponerles para doblegar sus subjetividades y convertirlos en un territorio de normalidad anodina.

58 cuerpos políticos, que se expresan a través de la exposición de sus singularidades, sus diferencias, es decir, sus cicatrices.

Las cicatrices son como los textos herméticos del Renacimiento: indicios de un pasado vivido, mágico, incógnito, a veces cruel. Esas cicatrices -tanto las externas o visibles como las internas, las que raspan el alma y se ocultan-son para esos 58 cuerpos también una promesa de vida futura, porque parecen decir: nos estrellamos, pero henos aquí, seguimos vivos.

Esas diferencias, podríamos decir, son la memoria política de esos 58 cuerpos.

58 cuerpos vulnerables. Un cuchillo los hiere, una palabra los lastima.

58 cuerpos que tienen sus propias razones, ajenas al mundo pero formando parte de él.

58 cuerpos que se vuelven bellos cuando chocan contra las reglas del mundo, cuando no se subordinan a la mirada de otros cuerpos, sino que los desafían con sus presencias.

58 cuerpos, música barroca y el tiempo horizontal construyen esta performance.

De Jean Luc Nancy. Dirección: Emilio García Wehbi. Actúan: Agustín Repetto, Luciana Estévez, Leandro Ibarra, Melina Marcow y Mariano Rapetti, entre otros.

Última fecha

dom

17

agosto / 2014

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